© jerzykwpodrozy   –   Calle de Quito

Quito, la capital de Ecuador, es una ciudad fascinante y única en muchos sentidos. Aunque algunas de sus características son bien conocidas, como su impresionante altitud de más de 2.800 metros sobre el nivel del mar, su ubicación justo al otro lado del ecuador y su inclusión como primera ciudad Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, hay muchos otros hechos históricos y culturales que sorprenderán a muchos.

Indice
  • La fundación de Quito
  • La iglesia de la Compañía de Jesús
  • La naranjilla
  • Quito y su biodiversidad
  • El Arco de la Reina
  • El Panecillo
  • La Plaza Mayor de Quito
  • La leyenda de Cantuña
  • La herencia de Quito
La fundación de Quito: mucho antes de la llegada de los españoles

El 6 de diciembre de este año, Quito conmemorará el 490 aniversario de su fundación por los españoles en 1534. Sin embargo, sería erróneo pensar que Quito no existía antes de esa fecha. Según Javier Cevallos Perugachi, guía de la ciudad y miembro de la Fundación Quito Eterno, «Quito no se fundó en 1534. Mucho antes, Quito ya estaba habitada. Se dice que allí vivían comunidades desde hace más de 10.000 años». Así que la historia de Quito no empieza con la colonización española. La ciudad se construyó sobre capas de civilizaciones e historias anteriores, y cada época superpuso su propia cultura y patrimonio.

Un ejemplo llamativo de esta superposición histórica se encuentra en el casco antiguo de Quito, donde los edificios religiosos han sustituido a menudo a los antiguos lugares de culto indígenas. El Convento de San Pedro Mártir, ahora conocido como Convento de Santo Domingo, es un ejemplo de ello. Este convento, como otros edificios religiosos del casco antiguo, es testigo de la imbricación de épocas históricas. El convento de San Agustín, la iglesia de Santo Domingo, la basílica de Nuestra Señora de la Merced y la iglesia y convento de San Francisco ocupan cada uno un rincón del casco antiguo. Según algunos historiadores, estos cuatro monumentos religiosos se construyeron para cristianizar los asentamientos indígenas y están situados en la red de caminos incas, el Qhapaq Ñan, que unía Quito con el imperio inca.

Quito: capital milenaria de historia, arquitectura y biodiversidad

© Diego Delso   –   Coro de la iglesia de la Compañía de Jesús

Iglesia de la Compañía de Jesús: esplendor barroco

Famosa por su deslumbrante dorado, la iglesia de la Compañía de Jesús es una obra maestra del arte barroco en Latinoamérica. «En primer lugar, hay que saber que esta iglesia es uno de los principales monumentos de la ciudad», explica Javier Cevallos Perugachi. «Cuando la gente entra, suele exclamar: ‘¡Qué oro! De hecho, todo el interior está recubierto de pan de oro de 24 quilates. Sin embargo, si juntáramos todo ese oro y lo fundiéramos en un solo bloque, no pesaría ni 50 kilos». Pero el oro no es el único tesoro de esta iglesia; detrás de esta opulencia se esconde un patrimonio artístico excepcional. La iglesia de la Compañía de Jesús encarna la excelencia del estilo barroco, y su esplendor es testimonio vivo del genio de los artistas de la época colonial.

Quito: capital milenaria de historia, arquitectura y biodiversidad

© Fibonacci   –   Naranjilla

La naranjilla: una fruta con nombre quiteño

Entre los tesoros más sencillos de Quito se encuentra una fruta de nombre evocador: la naranjilla. Este pequeño fruto anaranjado, cuyo nombre científico es Solanum quitoense, está intrínsecamente ligado a la ciudad. El naturalista francés Jean-Baptiste de Lamarck fue el primero en describirla y darle su nombre, quitoense que significa «de Quito». Esta fruta no sólo es apreciada por su sabor ácido, sino que también simboliza la importancia de Quito en el descubrimiento y clasificación de la biodiversidad de la región.

Quito y su biodiversidad: colibríes y Zamarrito Pechinegro

La riqueza de Quito no sólo reside en su historia y arquitectura, sino también en su naturaleza. La ciudad alberga 55 de las 340 especies de colibríes conocidas en el mundo, lo que convierte a Quito en un paraíso para los observadores de aves. Entre estas especies, el Pechinegro Zamarrito ocupa un lugar especial. En peligro de extinción, este pajarillo de brillantes plumas fue declarado emblema de la capital en 2005 por el Ayuntamiento de Quito, con el objetivo de concienciar y proteger a esta especie en peligro de extinción.

El Arco de la Reina: un arco devocional

El Arco de la Reina es otro monumento a menudo olvidado, pero cargado de historia. Situado en la periferia sur de la ciudad, marca la entrada a una de las quebradas más antiguas de Quito, sagrada en la época prehispánica. El arco se construyó para dar cobijo a los fieles que acudían a rezar a la capilla de Nuestra Señora de los Ángeles. Estas capillas, explica Javier Cevallos, «servían como lugares de devoción para los viajeros que entraban y salían de la ciudad, y el arco les protegía de las inclemencias del tiempo mientras rezaban allí».

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Vista del Panecillo

El Panecillo: un símbolo milenario

Uno de los símbolos más emblemáticos de Quito es el Panecillo, una colina que domina la ciudad. Llamado Yavirac por los incas, fue rebautizado «cerro gordo» por los españoles, antes de adoptar el cariñoso nombre de Panecillo por su forma. En la cima de esta colina, que fue un centro ceremonial inca, se alza la estatua de la Virgen de Quito, también conocida como la Virgen del Apocalipsis. Esta estatua monumental, de 30 metros de altura, es la escultura de aluminio más grande del mundo. Inspirada en la Virgen creada por Bernardo de Legarda, uno de los principales artistas de la Escuela Quiteña, domina majestuosamente el paisaje urbano.

La huella histórica de la Plaza Mayor de Quito

La Plaza Mayor de Quito también está cargada de historia. Javier Cevallos Perugachi explica que esta plaza está directamente vinculada a la fundación española de la ciudad. Según los planes barrocos de las ciudades coloniales, la primera etapa de la planificación urbana consistía en crear una plaza central alrededor de la cual se organizaban los demás edificios. Las calles de Quito se trazaron en cuadrícula a partir de esta plaza, y algunos historiadores afirman que las piedras que la pavimentan son incluso más antiguas que la propia ciudad.

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Iglesia de San Francisco

La leyenda de Cantuña: el pacto con el diablo

La legendaria historia de Cantuña comienza con una tarea aparentemente insuperable. Cuenta la leyenda que un herrero indígena llamado Cantuña recibió el encargo de terminar el atrio de la iglesia de San Francisco, monumento clave de Quito, en un plazo extremadamente corto. Viendo que nunca podría cumplir el plazo con sus propios recursos, sucumbió a la desesperación. Fue entonces cuando se le apareció el Diablo, ofreciéndole una solución sin precedentes. El diablo prometió a Cantuña terminar la obra en una sola noche, a condición de que el herrero entregara su alma. Atrapado por la urgencia de la situación, Cantuña aceptó el trato, pero con una treta en mente.

Durante toda la noche, legiones de demonios trabajaron en el edificio a una velocidad increíble. Cuando se acercaba la fecha límite y el edificio estaba a punto de terminarse, Cantuña puso en marcha su plan: escondió una piedra, privando así a la iglesia de su finalización. Cuando el diablo regresó para reclamar lo que le correspondía, sólo pudo comprobar que su obra había fracasado, ya que el contrato estipulaba que el edificio debía estar completamente terminado. Furioso pero impotente, el diablo tuvo que marcharse, dejando a Cantuña a salvo de la condenación eterna.

La leyenda de Cantuña es una de las historias más emblemáticas del folclore ecuatoriano. Esta historia legendaria esconde una realidad aún más profunda y fascinante, la de un hombre de los pueblos indígenas que, a pesar de los prejuicios y obstáculos de su época, logró ascender social y económicamente, dejando tras de sí un legado imborrable.

La ermita de Cantuña: la realidad tras la leyenda

Aunque esta leyenda ha sobrevivido a los tiempos, ha eclipsado la historia real de Francisco Cantuña. Nacido en un contexto en el que los pueblos indígenas sufrían una grave discriminación y una explotación sistemática bajo la colonización española, Cantuña se estableció como un artesano próspero y respetado. Este quiteño, que además era devoto de la Virgen de los Dolores, amasó una considerable fortuna gracias a su arduo trabajo y pericia en la herrería.

La verdadera historia de Cantuña está ligada a la capilla de San Francisco, hoy conocida como capilla de Cantuña. Este espacio, situado en el lado sur del complejo conventual franciscano, fue comprado por Francisco para ser enterrado allí con su familia. La capilla no estaba dedicada originalmente a Cantuña, sino a la cofradía indígena Veracruz de los Naturales, creada para que los nativos pudieran practicar su devoción cristiana en un lugar separado del de los españoles. Con el tiempo, gracias a la devoción y el éxito social de Francisco Cantuña, la capilla tomó su nombre.

En 1766, Cantuña hizo restaurar la capilla e instaló un suntuoso retablo en honor de la Virgen de los Dolores, a la que profesaba gran devoción. Hoy, su nombre está grabado en una de las puertas de hierro del Museo Franciscano, testimonio tangible de la influencia de este hombre en la historia de Quito.

El legado de Cantuña: un símbolo de ingenio y resistencia

Hoy, más de 350 años después de su muerte, la leyenda de Cantuña sigue fascinando a los ecuatorianos. Se ha convertido en parte integrante de la identidad cultural de Quito, encarnando el espíritu de ingenio y astucia que suele atribuirse a los personajes legendarios. Pero más allá de la picardía popular, la historia de Cantuña es la de un hombre que, gracias a su talento, perseverancia y fe, pudo superar los obstáculos sociales de su época.

Francisco Cantuña no es sólo un personaje de una historia, es también un símbolo de la identidad mestiza de Ecuador. Representa esa fusión de culturas y creencias que tanto caracteriza al país, donde las tradiciones indígenas y las influencias europeas se han mezclado para formar una cultura única. A través de su éxito, Cantuña encarna la resistencia de los pueblos indígenas frente a la dominación colonial, y su capacidad para prosperar a pesar de las difíciles condiciones.

Una leyenda que trasciende el tiempo

La leyenda de Cantuña, aunque en gran medida ficticia, sigue cautivando el imaginario colectivo. Refleja tanto las tensiones sociales de la época colonial como el rico patrimonio cultural de Quito. Aunque la historia del pacto con el diablo evoca la capacidad de un hombre para engañar a las fuerzas del mal, también revela una historia más profunda, la de un indígena que desafió las expectativas y dejó su huella en la historia.

Ya sea a través de su capilla, su trabajo como herrero o la leyenda que lleva su nombre, Cantuña es una figura clave en la historia de Quito. Encarna tanto los misterios como las realidades del pasado de la ciudad, al tiempo que sigue inspirando a generaciones con su historia de inteligencia, fe y perseverancia.

Quito: capital milenaria de historia, arquitectura y biodiversidad

© DC_Colombia   –   Plaza principal de Quito

Quito: un patrimonio que ha resistido el paso del tiempo

Desde su pasado indígena hasta su arquitectura colonial barroca, desde sus misteriosas leyendas hasta su biodiversidad única, Quito es una ciudad que ha vivido a través de los tiempos, conservando la esencia de cada época. Las piedras, los monumentos y las leyendas de la capital de Ecuador hablan de una historia y una cultura ricas que no dejan de sorprender a quienes las descubren.

 

Hugo Bernamonti

Hugo Bernamonti