Créditos: Archivos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano

El arte rupestre en la Argentina es rico y variado y es un reflejo fiel de tradiciones culturales antiguas y desarrolladas, inscritas en el patrimonio mundial de la Unesco.

Acto de degradación

En el mes de Septiembre de 2008 las arqueólogas del INAPL (Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano) de la Secretaría de Cultura de la Nación, Diana Rolandi y María Mercedes Podestá, acompañadas por un grupo de colaboradores de este mismo instituto y de la Provincia de Salta, que efectuaron una misión de terreno en el sitio de “Cerro Cuevas Pintadas”, situado a 120 kilómetros al sur de Salta, capital de la provincia, han constatado que algunas pinturas rupestres habían sido dañadas.

El arte rupestre en argentina

Cerro Cuevas Pintadas – Créditos: Archivos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano

En el sector 14 del sitio, las dos arqueólogas han observado que la cabeza de un Suri, animal cercano al avestruz, pintado entre el año 900 y el 1400 de nuestra era, había sido arrancada con una piedra, utilizada para desprender un pedazo de la pared que contenía la figura animal. Fragmentos de pigmento blanco, atribuidos a la pintura rupestre, han sido hallados sobre el suelo, evidenciando el fracaso de los vándalos en llevarse la figura… Para las arqueólogas el daño causado a la pintura es irreparable. Este caso ilustra las dificultades de preservación y de conservación del arte rupestre en la Argentina. Un país en el cual las manifestaciones artísticas sobre las rocas, que han perdurado durante diez mil años, son ricas y variadas. Una de las pruebas de esto es el hecho que varios sitios rupestres argentinos fueron catalogados en la lista del patrimonio mundial de la Unesco: la Cueva de las Manos (Río Pinturas, Patagonia), el Parque Provincial Ischigualasto, el Parque Nacional Talampaya y aquellas que dependen de la Quebrada de Humahuaca en la Provincia de Jujuy.

El arte rupestre argentino, difícil de preservar

El suri del cerro Cuevas Pintadas – Créditos: Archivos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano

Un arte esporádico

Pero este arte rupestre está diseminado sobre una superficie inmensa, lo que pone en dificultades las políticas de conservación y preservación impulsadas por el Estado y las provincias. Estas dificultades se ven acentuadas por el hecho de que la mayoría del arte rupestre argentino ha sido realizado debajo de aleros rocosos al aire libre y se encuentra, entonces, a la merced de factores que las pueden degradar, sean humanos o naturales.

El arte rupestre se ha desarrollado principalmente en tres regiones de la Argentina actual: La Pampa – Patagonia, el Noroeste Argentino (NOA) y la región del centro. En su gran mayoría, las dataciones del arte rupestre argentino han sido obtenidas de manera indirecta, esencialmente a través de la presencia de pigmentos o de otras evidencias de producción del arte, como por ejemplo los artefactos utilizados para pintar en las capas estratigráficas datadas mediante el radiocarbono, o a través del estudio de las transformaciones posteriores del arte rupestre, y datadas gracias a los bloques pintados encontrados sobre el suelo, o la existencia de bloques grabados que se habían caído. En la región artística del centro encontramos el sitio de Cerro Colorado, situado a 160 km al norte de la ciudad de Córdoba. En su mayoría, las figuras de Cerro Colorado son de color blanco, rojo y negro y estas se encuentran repartidas en cuatro sitios principales: los Cerros Inti Huasi, Veladero, Colorado y Desmonte. En estos sitios encontramos unas 100.000 pinturas aproximadamente que representan esencialmente animales y seres humanos.

El arte parietal en la región del NOA, de dónde provienen las pinturas desfiguradas, también es de una gran riqueza. Esta vasta región, actualmente entre las más pobres de la Argentina, está delimitada al oeste por los relieves de la cordillera de los Andes y se caracteriza por paisajes de altiplano, los desiertos de altura y las montañas. El sitio de arte rupestre más antiguo, Inca Cueva-4 (ICC-4), cerca de la Quebrada de Humahuaca, en la Provincia de Jujuy, contiene unas pinturas remarcables, de carácter abstracto y puramente geométrico. Inca Cueva es un sitio precioso para el establecimiento de la cronología del arte rupestre en el noroeste argentino ya que fue ocupado y decorado por el hombre durante un período de 10.000 años. Las figuras más recientes datan de la época del primer contacto con los invasores españoles, en el siglo XV de nuestra era. Respecto a las pinturas más antiguas de la Quebrada Inca-Cueva, ubicadas en el sitio IC-4, estas son atribuidas a cazadores-recolectores que han ocupado el altiplano hace unos 11.000 años. Otras paredes rocosas, ubicadas más al sur de la provincia de Jujuy, conservan vestigios de este arte abstracto: Peña Aujero, Cueva Redonda y el alero nº3 de Choque.

Obras de agricultores y pastores

El segundo período artístico característico de la región del NOA, es la obra de agricultores y pastores especializados en la crianza de llamas, durante un período cultural llamado el período formativo. A partir del año 1000 antes de nuestra era, estos pueblos operan sobre el arte rupestre, cambios radicales que reflejan las mutaciones en sus maneras de organizarse económica y socialmente. Su arte se caracteriza especialmente por grandes representaciones humanas, como aquellas que recubren las figuras geométricas de Inca Cueva. Las figuras antropomorfas están a veces alineadas, con las manos pegadas las unas a las otras, como en uno de los sitios de la Quebrada de Inca-Cueva, Ica-1, evocando una suerte de danza ritual. En Inca Cueva-1 otra escena atrae la atención: representa un personaje cubierto de plumas de color amarillo, que domina una serie de antropomorfos de tamaño reducido y de figuras que parecen ser vulvas. Estas escenas complejas parecen representar creencias y mitos particularmente elaborados de estos pueblos de agro-pastores. Otro tema muy recurrente del período formativo, que podemos ver en el sitio de Peña Colorada en la región de Antofagasta de la Sierra, es la llama, que era el medio de subsistencia principal de estos pueblos gracias a su carne y su lana. Los animales fueron pintados o grabados de manera estilizada, con unos diez estilos diferentes: líneas simples que evocan las formas principales del animal al lado de figuras más naturalistas, con detalles anatómicos precisos. Algunas figuras tienen incluso una inspiración fantástica. El empleo de la doble simetría que le confiere al animal dos cabezas o una llama con cuerpo de felino, con sus manchas características… Durante este período formativo el tamaño de los animales varía de algunos centímetros a dos metros y a veces están rodeados de huellas, de hombres y animales, esculpidas en la roca.

El arte rupestre en argentina

«Las manos guanacos» – Créditos: Archivos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano

Más al este, en los valles de Catamarca, Ambato y Hualfin, el tema predominante es el jaguar, un animal que vive en los bosques tropicales cercanos, las Yungas. Seguramente fue la base de mitos y rituales de estos pueblos, con una organización social muy jerarquizada, que vivieron durante los primeros siglos de nuestra era. Este arte, llamado “La Aguada” fue practicado hasta el año 1300 aproximadamente. El jaguar está representado a veces de manera compuesta, mitad hombre mitad felino, lo cual indica el recurso a las prácticas mágico-religiosas, o chamánicas, relacionadas a este arte. Esta hipótesis se ve reforzada por el hecho de que los grupos humanos que realizaron el arte de “La Aguada” tuvieron recurso a sustancias alucinógenas que les ofrecieron las Yungas y en particular el cebil.

El arte rupestre indígena del NOA perdura hasta la llegada de los primeros invasores, los Incas, en el siglo XV. Estos últimos realizaron también obras parietales en la región, esencialmente en forma de grandes bloques de piedra tallada que representan de manera esquemática, como si se tratase de un mapa, los sistemas de irrigación y de cultivo instalados por el Imperio Inca. En el siglo XVI, es el turno de los invasores españoles de aparecer en el área del noroeste argentino. Muy rápidamente transforman los equilibrios sociales y económicos de los pueblos indígenas, herederos de una cultura milenaria que nunca antes había sido ocupada y caracterizados por una interacción material y simbólica muy poderosa entre los hombres y su entorno.

Arte rupestre en Argentina

«Hombres-escudos» – Créditos: Archivos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano

Pedro Lima

Pedro Lima

Periodista científico, autor del libro "Les métamorphoses de Lascaux"