La vuelta al mundo en ochenta días, del gran Julio Verne, cumple 150 años y la Alianza Francesa de Buenos Aires rinde homenaje al genial escritor francés
Dos mil veintitrés será un año de festejos, tanto para la Alianza Francesa de París – que el 21 de julio cumplirá sus primeros y jóvenes 140 años– como para la de Buenos Aires, que festejará su 130º aniversario el 12 de junio. Pero también, entre las 53 sedes de la institución, distribuidas a lo largo y a lo ancho de la Argentina, este año habrá varias que celebrarán números redondos.
Es por eso que la Alianza Francesa de Buenos Aires (AFBA) inicia, este mes de enero de 2023, un ciclo de recordatorios a cargo de la periodista cultural Adriana Muscillo, que trabaja también, como asistente de la Dirección General de la AFBA y de la Coordinación General de la Red de Alianzas Francesas de Argentina.
Este ciclo especial de aniversarios, tiene por objeto recordar y difundir obras literarias y homenajear a sus autores, tanto franceses con honda caladura en la Argentina, como a la inversa: argentinos que han descollado en Francia.
En esta primera entrega, recordamos al genial novelista, dramaturgo y poeta Julio Verne, ícono francés de la ciencia ficción y uno de los grandes de la literatura universal, cuya prodigiosa y fantástica imaginación engendró el 30 de enero de 1873 –hace 150 años-, una de las obras más originales y atrapantes jamás concebidas:
La vuelta al mundo en ochenta días
La novela, que había estado apareciendo por entregas durante 1872 en Le Temps, uno de los diarios más importantes del París de entonces (y hasta 1942), se publicó por primera vez de manera completa el 30 de enero de 1873.
A estas alturas, Julio Verne ya había publicado obras como Cinco semanas en globo (1863); Viaje al centro de la Tierra (1864); De la Tierra a la Luna (1865); Las aventuras del capitán Hatteras (1866); Veinte mil leguas de viaje submarino (1869) y otras historias en las que se evidencia un hambre de conocimiento y aventura, con personajes que descubren nuevas tierras realizando proezas inusitadas.
Con La vuelta…, el escritor inaugura un ciclo más maduro, con héroes más verosímiles, que tienen objetivos claros y muestran tanto fortalezas como debilidades. Así y todo, la novela se las trae:
Phileas Fogg es un gentil hombre de la alta sociedad inglesa, con sus hábitos y rutinas bien definidas, socio del Reform Club, un club de caballeros con la cuota más alta de todo Reino Unido (aún hoy existe y, desde 1981, acepta también mujeres). El hombre tiene un sirviente mormón, francés y musculoso, llamado Juan Picaporte, al que contrató tras haber despedido a su antecesor por haberle llevado el agua dos grados más tibia de lo pedido.
Un día, en el club, uno de sus amigos saca el tema de un robo reciente al Banco de Inglaterra y comentaron que el ladrón no sería atrapado si se fuera a viajar por el mundo. Pero, ¿cuánto le llevaría dar la vuelta al mundo? Phileas Fogg apuesta, entonces, veinte mil libras a que él podrá darla en ochenta días.
Es así como parte, junto a Picaporte, a recorrer el mundo en todos los medios de transporte que se conocían en la época: tren, barco de vapor y hasta elefante (no fue hasta el 3 de mayo de 1919 que se produjo el primer vuelo en avión de pasajeros).
Van desde Londres hasta el canal de Suez, pasando por las ciudades italianas de Turín y Brindisi y atravesando el Mar Mediterráneo. De Suez van a Bombay, India atravesando el Mar Rojo y el océano Índico. De Bombay a Calcuta, (parte en tren, parte en elefante) y de allí a Hong Kong, con escala en Singapur, a través del Mar de China. De Hong Kong a Yokohama (Japón) y de ahí, por el Océano Pacífico hasta Estados Unidos, pasan por San Francisco, llegan a Nueva York y de allí parten a Reino Unido por el Océano Atlántico. Llegan, primero, a Liverpool y, luego regresan, finalmente a Londres, cumpliendo exactamente ochenta días. Apuesta cumplida.
En el medio, pasan por miles de peripecias en las que un agente de policía sigue a la dupla por sospechar que son ellos los ladrones del Banco; en India salvan a una chica llamada Aouda, que se suma al viaje; allí pierden -y en Japón recuperan- al sirviente Picaporte, devenido artista circense; en San Francisco se enredan en una pelea callejera y en Nueva York son víctimas de un malón de indios sioux. Finalmente, Phileas termina, (¿cómo no?) enamorándose de Aouda. Y colorín, colorado, este cuento ha terminado.
Adriana Muscillo
Periodista Cultural y Psicóloga Social. Asistente de la dirección General de Buenos Aires y de la Coordinación General de la Alianza Francesa de Argentina