La Muchacha, una artista comprometida

Laura Isabel Ramírez Ocampo mejor conocida como La Muchacha es una cantante e ilustradora colombiana de 28 años. Esta artista es un símbolo contemporáneo del activismo popular en Colombia. Nació en la ciudad de Manizales en la región de Caldas en 1994. 

Fue durante su adolescencia que su estilo musical se desarrolló, influenciado por el rap y artistas del género folclórico y tradicional colombiano como Toto la Momposina, Petrona Márquez y Soledad Bravo. Su género musical puede ser calificado de música de protesta porque se caracteriza por un fuerte mensaje social que quiere generar debates y cuestionamientos constantes. 

Es con una manera poética, cruda y sincera, con esperanza y rabia, que la Muchacha canta para alertar sobre causas feministas como la agresión sexual, así como sobre causas medioambientales como la protección del precioso ecosistema colombiano del Páramo – un ecosistema montañoso situado sobre el nivel del mar y esencial en el proceso de filtración del agua para algunas ciudades que se ubican principalmente en la Cordillera de los Andes – o incluso sobre las ejecuciones extrajudiciales conocidas como los Falsos Positivos en Colombia. 

La Muchacha, voz valiosa y símbolo de la protesta popular colombiana

La Muchacha canta sin pelos en la lengua, siempre acompañada con una guitarra o con otras cantantes comprometidas también, lo que le permite gritar frente a las injusticias que denuncia.

“¿Y cómo es que no voy a cantar, si me amenazan el respirar?”
(La Muchacha)

Su arte está muy conectado con la población porque se escucha no solamente en las manifestaciones feministas de la capital colombiana, sino también en pequeñas escenas abiertas de la ciudad.

El Blus de los Tombos, un ataque frontal al sistema judicial

La Muchacha canta para denunciar los problemas actuales de su país. En Colombia, la violencia policial durante las protestas es un tema muy presente. Durante el paro nacional del año 2020 que tuvo lugar mientras se desarrollaba la campaña presidencial de Iván Duque, se visibilizaron los fallos de ese sistema represivo. Hoy en día, la situación es diferente, con la llegada al poder del primer presidente de izquierda en Colombia, Gustavo Petro. En su canción tan cruda como poderosa, El Blus de los Tombos, la Muchacha expresa su descontento frente a esta institución y los abusos en contra de la población civil, muy violentada durante las protestas.

La Muchacha, voz valiosa y símbolo de la protesta popular colombiana

© Javier Quintana

La canción dice : “La tomba no me cuida, a mi me cuida mi mamá y yo me cuido solita o me cuidan mis hermanas”. Esta canción retoma el famoso eslogan feminista latinoamericano que dice “Y la tomba no me cuida, ni las cuida a mis amigas”. Esta representación de lo que piensa una parte del pueblo colombiano se hace a través del uso de un vocabulario popular. La palabra “tombos” se usa para hablar de la policía de una manera negativa. El Blus de los Tombos ilustra así los abusos del poder y su denuncia es una forma de protesta en sí misma.

Si quieres escuchar El Blus de los Tombos

No me toques mal, himno universal feminista

Pero, el compromiso de la cantante no tiene fronteras. En efecto, la Muchacha trata de temas que no solo se notan solamente en la sociedad colombiana sino también que son universales. Con su estribillo pegadizo y su ritmo vibrante, la canción No me toques mal, uno de los títulos más escuchados de la cantante colombiana es un verdadero himno feminista. Esta canción puede entenderse como un mensaje por parte de las mujeres del mundo entero que tiene como destinatario al patriarcado.

Si quieres escuchar No me toques mal

Así, La Muchacha, figura emblemática de la canción comprometida en Colombia utiliza su arte como una forma de resistencia popular, una herramienta pacífica de lucha frente a la violencia, a la represión y a las desigualdades. La Muchacha es la voz de todas las personas que no pueden expresarse en el espacio social, tal como las mujeres por ejemplo.

Lila Véchambre, Vatna Cravero y Léna Fourgeau

Lila Véchambre, Vatna Cravero y Léna Fourgeau

Sciences Po Grenoble