Desde los inicios del cine mudo, los subtítulos siempre se han dirigido a personas cultas con un buen nivel de francés. La noción de «buen nivel» era -y sigue siendo- equivalente a la lengua académica y universitaria. En consecuencia, los intertítulos (recuadros utilizados entre dos escenas) se escribían siguiendo los mismos criterios.
En aquella época había mucho analfabetismo y algunos espectadores no sabían leer. Afortunadamente, las producciones eran del estilo de un Guignol o un cuento de hadas de Méliès, por lo que resultaban fáciles de entender.
Luego pasó agua bajo el puente… El lenguaje hablado evolucionó, los jóvenes estudian más y el nivel general de educación aumentó considerablemente.
Se introdujeron técnicas de doblaje que facilitaron mucho la comprensión de cualquier película. Pero son sobre todo las películas de ficción las que se doblan cuando la productora tiene dinero suficiente para permitírselo. Esto significaba que los documentales o películas científicas de otros países (sobre todo de Estados Unidos) se proyectaban en versión original (inglés) con subtítulos en francés. Una vez más, esto no era realmente un problema siempre que el público fuera lo suficientemente culto como para entenderlo todo.
Mientras el diccionario académico se veía obligado a añadir ciertas palabras callejeras, el lenguaje de los subtítulos seguía siendo académico.
Se produce una laguna cuando los estudiantes extranjeros aprenden francés a partir de libros académicos. Algunos vienen a estudiar cine francés, que siempre ha sido la referencia mundial. A pesar de los esfuerzos de estos estudiantes, la lengua francesa, que ya estaba plagada de dificultades, evoluciona exponencialmente. Como consecuencia, hay muchos errores en todos los textos y, por efecto capilar, en los subtítulos, ya que los traductores de cine son escasos, las producciones han tomado la costumbre de hacer traducir los guiones y los subtítulos por universitarios, igual que hacen los editores con las novelas. Pero el diálogo en una película no es literatura, es un reflejo de la sociedad. El diálogo es parte integrante del guión; porque sin él, no se puede hacer la película. De ahí la necesidad de una traducción especialmente adaptada que tenga en cuenta una serie de criterios: palabras cortas y expresivas para dar tiempo al espectador a leerlas, que permitan una comprensión precisa y detallada de la historia que se está rodando, para que el espectador viva una experiencia real. Sin esto, el público puede salir de la proyección frustrado, molesto, pero sobre todo decepcionado y dispuesto a la crítica negativa.
Para algunas personas que nunca han comprobado este punto, parece superfluo y sin sentido… ¡Qué error tan monstruoso! Lo más sorprendente es que esas mismas personas están preocupadas por la taquilla y no acaban de entender por qué el público abandona unas películas que han costado mucho trabajo y en las que los directores y productores han puesto mucho empeño, salvo en conseguir que los subtítulos los traduzca la persona adecuada.
Hoy en día, muchos productores piensan que basta con pasar el guión por un escáner de Inteligencia Artificial… ¡Qué monstruoso error (otro más)! Los resultados son tan catastróficos que no me atrevo a entrar en detalles. Esto también se aplica a todos los medios audiovisuales, especialmente los que pueden verse en las redes sociales.
Por último, es evidente que, como traductora del español (o del inglés) al francés, formo parte de esta comunidad dispuesta a desempolvar los subtítulos.

Claudia Oudet
Traductice au Café latino
Traduction: Claudia Oudet