© Rhett Lewis
El siguiente texto puede parecer algo naïf, les advierto. Pero como en muchas otras cosas, me parece que es un excelente ejemplo del poder que tenemos, la “gente común” y que rara vez lo aprovechamos. El pasado 20 de noviembre comenzó en Qatar el Mundial de fútbol.
Y no vayan a entender mal, me encanta el fútbol. Desde niño, nunca me perdí un solo mundial. Me encanta también jugar al fútbol. Y si bien, fuera del Mundial, prácticamente no sigo este deporte (principalmente porque no miro la televisión desde hace años), durante la copa del mundo me gusta tomarme ese tiempo y mirar la mayor cantidad de partidos posibles. No solo los de Argentina, naturalmente mi equipo favorito. Y si bien sé que en prácticamente cada Mundial hay polémicas de distinta índole (el de Argentina del 78 es un excelente ejemplo), el próximo creo que supera todos los límites.
Tal vez sea por el contexto global que estamos viviendo. En muchos lugares se está hablando de austeridad, de la necesidad de cambiar nuestro modo de vida, de ahorrar energía, etc. Y en este contexto, parece aún más cínico que los partidos se jueguen en estadios climatizados en el medio del desierto.
© Hatem Boukhit
También hay muchos informes, entre ellos el de Amnesty International, sobre las condiciones de trabajo de los obreros que construyeron los estadios. Falta de respeto de sus derechos, de los derechos humanos en general y se habla incluso de muertes por negligencias varias. Trabajo en condiciones de esclavitud, por un salario promedio de 142€ mensuales. Según un informe de TV5 unos 6500 trabajadores perdieron la vida a causa del calor, de caídas, insuficiencias cardiacas.
Y esto sin hablar de otros temas como la condición de la mujer (el mismo informe de TV5 habla de violaciones y violencia contra mujeres extranjeras que llegaron al país para trabajar como empleadas domesticas) o de la comunidad LGTB, de la aplicación de la pena de muerte y la lista es larga…
Pero también me resulta chocante que ningún jugador haya denunciado lo que está sucediendo. Todas estas informaciones son fácilmente accesibles, pero lo que quiero proponerles en este breve artículo es un llamado a la toma de posición general, porque si tenemos en cuenta que estos eventos viven en gran parte de las publicidades antes, durante y después de cada partido, así como también de los derechos de transmisión, la manera más poderosa, y menos violenta de protestar, de tomar un poco de poder en nuestras manos, es simplemente de boicotear el torneo.
© Florian Wehde
Sí, en algún punto me duele no seguir los partidos de Argentina. Pero con todo lo que se sabe no podría sentarme tranquilo y disfrutar de los partidos. Y si somos muchos, los suficientes como para que se refleje en el rating, se estaría enviando un mensaje claro a los organizadores, a los gobiernos y a la humanidad en general.
Y aunque esa masa crítica no llegara a alcanzarse, está en la conciencia de cada uno el seguir enterrando la cabeza en la tierra por un poquito de placer y diversión o el abrir los ojos, tomar la responsabilidad y no participar más de este tipo de eventos, incluso como espectador.
Recuerdo un grupo de rock que me gusta mucho, Fugazi, que en una de sus canciones decía: “poco importa lo que esté a la venta, lo que importa es lo que compras”. Sería maravilloso empezar con este tipo de eventos como ejercicio y luego seguir con otras cosas, ¿no?