La sociedad en si no puede cambiar, es solo el individuo quien puede cambiar y al cambiar la mayoría de los individuos, la sociedad habrá cambiado. Por lo tanto es inútil e imposible cambiar la sociedad. Todos los esfuerzos por hacerlo son disfraces para entretener a los que quieren el cambio sin cambiar nada. Cualquier grupo, partido o poder que tomé las riendas de un país, tendrá que llegar a los mismos resultados que los anteriores gobiernos. La inercia de sus habitantes lo atraerá como un imán inconsciente a repetir lo mismo: la desigualdad, la violencia, el egoísmo y el desprecio por nuestra naturaleza. Los individuos son la causa, el estado es la consecuencia.

Un país no es solamente el territorio por donde un Rey avanzó y encontró otro Rey que le impidió continuar. Un país es la suma de todos los habitantes que lo pueblan. Todo lo que se pasa en un país es el reflejo de ese pueblo, ¿cómo podría ser de otra manera? Por eso podemos decir; los japoneses son así, los alemanes son así, los latinos son así. Estamos describiendo la suma de todos los habitantes de un país; sus calidades y defectos los cuales se reflejan en él país como en un espejo. La educación y las creencias se repiten de generación en generación, consolidando su carácter. Es difícil cambiar un hábito en un país porque está incrustado en todos. En las últimas décadas ha habido algunos cambios en las costumbres de los países, pero la tendencia en muchos es tratar de hacer volver a los habitantes a los hábitos tradicionales impulsados por el miedo, sin pensar si son buenos o malos, perjudiciales o inútiles.

En este momento, el individuo es quien debe superar la desigualdad, la violencia, el egoísmo y el desprecio por la naturaleza, no el estado.

Roman Gomez

Roman Gomez

Director editorial El Café Latino