© Andres Valdés

Si coges el metro en Chile, verás algo que no estamos acostumbrados a ver en Europa: actuaciones de rap. Cuando bajas las escaleras de la estación de metro, la principal arteria de la ciudad, y subes al vagón que te lleva al trabajo o a la universidad, con los auriculares en los oídos, puedes ver acercarse a un joven con un micrófono que empieza a rapear “Hola señoras y señores […]”. Luego improvisa un espectáculo, normalmente,  hablando de los pasajeros pero también de su vida como artista callejero, o como inmigrante.

Rapear en el metro : una representación artística particular


De hecho, muchos hombres jóvenes, en su mayoría inmigrantes,
trabajan cada día rapeando frente a los pasajeros del metro, contando con su generosidad, aunque está escrito en los trenes en grandes y visibles carteles: “Está prohibido dar dinero a los vendedores ambulantes, músicos y mendigos.”  Ver a los Carabineros de Chile multar a personas en el metro es algo frecuente. Intentar esquivar la presencia de la policía chilena también ha sido un reto” señaló el rapero venezolano Roblouis Farías, quien ya ha sufrido 10 multas, en una entrevista para el periódico El Diario.

Los artistas tienen que enfrentarse al ejercicio difícil de imponerse en el espacio público superando el estrés y los prejuicios : “Uno tiene que estar en una lucha con uno mismo porque no es fácil escribir sobre un tema o tener la capacidad mental de improvisar e intentar entretener a un público que no quiere ser entretenido”, nos confesó Farias. Los raperos del metro desarrollan estrategias particulares para mantener la atención de los usuarios, gracias a la interacción con ellos. Improvisan punchlines o referencias hacia la ropa, la actitud, o cualquier característica de su “público”. 

Además de las letras, esta interacción se percibe en el lenguaje gestual, como con el movimiento expresivo de las manos, característica del rap. Es un verdadero espectáculo y les permite construir una identidad artística particular, “a la mayoría de la gente le gusta mi show, me lo dicen, así que me encanta más aún hacerlo, la gente me motiva a seguir adelante.” (Ulises, 27 años, rapero chileno, de Valparaíso que hemos conocido en Chile).

El arte de trabajar rapeando en el metro de Chile

© Ignacio Amenábar

Y a veces, estas representaciones se convierten en una verdadera relación humana de confianza. “Las relaciones con las personas son […] muy directas, terminó conectando con las personas de manera directa y conociendo a las personas, e igual ellos conocen como una parte de mí” nos confía Taiger G, un joven venezolano que rapea en el metro de Santiago desde hace más de un año. 

Eso se puede advertir también en estas relaciones particulares con la gente, cuando intervienen los carabineros, como contó Roblouis Farías.Hace unos días me llevaron arrestado a las 8:00 am, fue por no tener el salvoconducto. Me esposaron y la gente les gritaba en defensa mía “solo está cantando”. Se ve una solidaridad especial, que se construye a través del arte. De esta manera, los raperos se convierten en actores de la vida cotidiana de los pasajeros, como lo describe Ulises “Amo lo que hago, ¡me gusta cambiar la energía de la gente en algo positivo!”

El arte de trabajar rapeando en el metro de Chile

© Andrés Valdés

El rap como alternativa económica

Además de la parte artística de sus representaciones, los artistas tienen motivos económicos. “Al principio no lo consideraba como un trabajo, pero después empecé a considerarlo como un trabajo cuando empecé a ver que podía sostener todos mis gastos a partir de ahí, nos confió Taiger G.

Porque a pesar de lo atractivo de Chile para algunos inmigrantes de Sudamérica y Haití, encontrar un empleo no es algo fácil : entre los jóvenes chilenos de entre 15 y 25 años, la tasa de desempleo es del 20,4% en 2021 (OCDE), cifras que aumentan constantemente y que son mucho más altas para los jóvenes inmigrantes. 

Los inmigrantes son principalmente venezolanos, colombianos, peruanos y bolivianos, y tienen que enfrentarse a la administración para obtener un estatus legal. Así que, a veces, tienen que encontrar soluciones alternativas, como cantar en el metro para mantener a una familia. Es el caso de Ulises, quien trabaja y vive (gratuitamente) en un hostal, y cobra un sueldo gracias al rap “Yo llevo trabajando aproximadamente 12 años. Lo considero trabajo , obvio, porque gracias al arte vivo y mantengo a mi hijo, mi ropa, comida, etc.”. 

Carla Kovacsik, Camille Villard et Solène Bajard

Carla Kovacsik, Camille Villard et Solène Bajard

Estudiantes de tercer año en Sciences Po Grenoble

Bajo la dirección de Sonia Berrakama , profesora de español en Sciences PO Grenoble