Una amenaza de guerra puede hacer subir o bajar el precio del petróleo que aun mueve el mundo. Un virus invisible al ojo humano puede paralizar la economía mundial. Mueren siete millones de personas por hambre todos los años y nadie se inquieta. La contaminación atmosférica, derrite glaciares, cambia el clima, produce enfermedades, la deforestación es cada vez más grande…etc. Hay algo que no está bien.

Nadie sabe como cambiar de dirección. Si se detienen las fábricas que contaminan, se produce una recesión económica, la gente queda sin empleo y los estados se empobrecen. Una de las industrias que más producen empleos y dinero en el mundo son las empresas que producen armas para la guerra; barcos, aviones, misiles, drones, municiones, uniformes, bombas atómicas, vigilancia, internet, satélites y miles de objetos más. Quien puede tomar la decisión de detener estas industrias; nadie.

El ser humano ha alcanzado un estado de desarrollo científico y tecnológico nunca soñado hace 50 años. Todo este conocimiento que nos debería dar una vida más agradable, está produciendo un cambio climático. Hay personas que todavía lo niegan aun viendo sus consecuencias. Se derriten los glaciares: Bien; vamos a hacer una carretera que atraviese los polos. Desforestamos: mejor, vamos a tener más vacas.

El hombre ha vivido acompañado de la guerra, para resolver los problemas. Pero en este momento estamos obligados a cambiar de rumbo, de avanzar. En el colegio el más fuerte mandaba, pero en la vida es el más inteligente quien vive bien, no necesariamente el que tiene más dinero y tampoco el más pobre. Es el momento de usar la inteligencia que todos tenemos y no dejarnos llevar a un suicidio colectivo.

Roman Gomez

Roman Gomez

Director editorial El Café Latino