Dos años perdidos para la economía mundial en general, pero individualmente aprovechado por muchas personas que trataron de hacer lo que siempre habían querido, pero que el empleo reducido de su  tiempo no les permitía.

A algunos les produjo angustia descubrir que no se podía luchar contra la corriente y que  para poder sobrevivir cabalmente, tenían  que separar la economía de la vida íntima de cada uno. Algo muy difícil en un mundo donde todo gira alrededor del dinero.

Alguno trató de ser  pintor, otro músico, pero pronto se dieron cuenta que es algo que no se improvisa, que se necesita una constancia y seguramente un profesor y qué con videos de  internet no se logra aprender.

Pero pudimos en algunos momentos, dejar de pensar en el mundo y pensar en cada uno de nosotros. Afuera no había nada que ver, lo único que se escuchaba era covid, covid.

El Covid detuvo el planeta, la gente cambió su ritmo de vida

© Lania

Aprovechamos y nos pudimos escuchar un poco, conocernos un poco sin la presión social de los compañeros de estudio o de trabajo y hasta de la misma familia que forzosamente se tuvo que alejar, esto nos permitió ser y hacer lo que nos gusta. 

Así fuera nada, estar en pijama y frente al computador. Pero tuvimos espacios de encuentro consigo mismo, que son muy valiosos porque nos ayuda a conocer al verdadero quién soy yo, sin las mascaradas sociales, lo que nos ayudó a mejorarnos. Y si en algo nos hemos mejorado, el mundo lo ha hecho también, porque el mundo no puede ser nada diferente que la suma de nosotros todos. 

Si cada uno se ancla más en sí mismo, las malas noticias exteriores no nos perturbarán tanto. Como al Covid, podemos encontrar algo práctico en todo.

Roman GOMEZ

Roman GOMEZ

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