Escrito por DURRIEU Louis et ONIFADÉ Nina
La doble emergencia humanitaria y sanitaria después de las tormentas Eta e Iota en América central: un factor agravante de las crisis
Según un informe de la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCAH), América Latina y el Caribe han sufrido más de 1.205 desastres naturales entre 2000 y 2019. América Latina es la segunda región más afectada por las catástrofes naturales después de Asia-Pacífico. Es probable que la frecuencia de estas catástrofes aumente irremisiblemente en las próximas décadas debido al cambio climático. Las consecuencias de esta aceleración de los fenómenos meteorológicos extremos serían dramáticas para los países que ya son frágiles.
Las tormentas tropicales Eta e Iota azotaron a varios estados centroamericanos en menos de tres semanas a principios de noviembre de 2020. Afectaron la vida de más de nueve millones de personas. Los equipos de evaluación y coordinación de las Naciones Unidas elaboraron un informe bastante alarmante, puesto que estas tormentas afectaron a poblaciones vulnerables de riesgos ya existentes, como la inseguridad alimentaria, la pobreza y la violencia social. Además, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) estimó que más de 740 instalaciones sanitarias resultaron dañadas, lo que supuso una importante presión sobre los sistemas de salud para atender a las víctimas de la pandemia del COVID-19. Nicaragua, Honduras, Guatemala y El Salvador se enfrentan a una doble emergencia. En primer lugar, responder a los problemas humanitarios que surgieron tras las tormentas: restablecer los medios de comunicación, realojar a las víctimas, coordinar los equipos de socorro nacionales e internacionales y asegurar las zonas siniestradas. En segundo lugar, luchar contra la propagación del COVID-19 con medios limitados y en condiciones degradadas.
El COVID-19, un factor agravante de los desafíos que se enfrentan los equipos de rescate
Por otra parte, Anna Khakee del departamento de relaciones internacionales en la Universidad de Malta explica porque el COVID-19 no es únicamente una urgencia humanitaria. Nos revela mucho sobre los retos inherentes a los países de América Central. Aquí, las tasas de mortalidad están subestimadas y el acceso a la atención médica es muy complicado. Por lo tanto, el acceso humanitario a estos países es muy difícil. Podríamos preguntarnos cómo está agravando el COVID-19 las desigualdades y las tensiones políticas en América Central.
Estamos hablando principalmente de países frágiles y afectados por conflictos. Pues, estos países intentan procurarse los recursos mínimos y se enfrentan a la escasez de médicos, mientras que en Europa y Estados Unidos las preocupaciones no son las mismas Además, el cierre de las fronteras fomenta el crecimiento de formas ilegales y peligrosas de viajar. Por fin, el informe del Comité Internacional de Rescate (CIR) muestra las consecuencias de la pandemia sobre preexistentes retos endémicos que están reforzando las tensiones políticas y económicas. Es obvio que la ayuda humanitaria es más necesaria que nunca. La cuestión que queda es ¿cómo llevarla a cabo?
¿Qué soluciones hay que considerar?
En teoría, las organizaciones no gubernamentales y organizaciones internacionales tienen que respetar los cuatros principios humanitarios: neutralidad, imparcialidad, humanidad e independencia. Muchas opciones han sido pensadas para mejorar la ayuda humanitaria en América Central. El CIR insiste en el suministro de fondos para el personal de primera línea y la eliminación de los obstáculos operacionales y administrativos a la acción humanitaria y a la prestación de servicios. Es esencial añadir que la respuesta debe ser inclusiva sin olvidar a las poblaciones marginalizadas. Como lo comentamos anteriormente, la ayuda debe enfocarse en las causas subyacentes de la crisis y mantener el apoyo a las respuestas humanitarias existentes. Hay que pensar en una estrategia transfronteriza para poner en común las capacidades y los recursos de rescate no solo de los países afectados, sino también de los países fronterizos no afectados. Aunque las organizaciones humanitarias y las autoridades de los países afectados suelen actuar durante o después de la crisis, las Naciones Unidas han declarado que es necesario desarrollar la prevención de las catástrofes naturales en estos países, junto con los gobiernos nacionales.
DURRIEU Louis y ONIFADÉ Nina, estudiantes de tercer año en Sciences Po Grenoble
Bajo la dirección de BERRAKAMA Sonia, profesora de español en Sciences PO Grenoble, y de BOHL Virginie, responsable de gestión de catástrofes naturales en las Naciones Unidas