© Flickr   –   Miembros de las FARC tocando música fariana

BERNARD Thomas, estudiante de tercer año en Sciences Po Grenoble y        MALABRE Arthur, estudiante de tercer año en Sciences Po Grenoble

Bajo la dirección de BERRAKAMA Sonia, profesora de español en Sciences PO Grenoble

Si bien es cierto que las canciones de guerra – específicamente los himnos nacionales – son ampliamente conocidas y forman parte del tejido cultural popular, no siempre logran apaciguar el impacto de los conflictos. No obstante, a pesar de la conciencia general sobre el legado de la música y el papel predominante en los conflictos, se presta menos atención a su capacidad para fomentar la paz, como lo demuestra el caso del conflicto armado colombiano.

El sujeto del conflicto civil colombiano es bastante desconocido en Francia. Hay aspectos de ese periodo que no se han mencionado mucho, particularmente el aspecto cultural de esa guerra. En efecto, los grupos guerrilleros crearon sus propias culturas durante esas décadas, con múltiples obras artísticas, particularmente musicales. La implementación de los acuerdos de paz, firmados en 2016 entre las FARC (fuerzas armadas revolucionarias de Colombia, una guerrilla marxista) y el gobierno colombiano, hicieron que salieran de la sombra esas obras, que desempeñan un rol importante en la construcción de la paz. Este proceso permite recordar que las FARC, además de ser un grupo armado, también era un modelo de sociedad alternativa, con sus propias formas de expresión y de arte. Permite destacar el rol de la producción artística en el proceso de reconciliación y en la reintroducción en la sociedad civil de los excombatientes. La música fariana, producida por los miembros de las FARC, nos enseña muchas cosas sobre este conflicto, y sus posibles soluciones.

Un guerrillero también debe saber cantar

© Carlos Villalón – Ejército colombiano en la selva de El Guaviare, Colombia

La utilización de la música como instrumento en los conflictos

La producción musical en el territorio controlado por las FARC era apoyada por esa guerrilla. Numerosos cantos fueron escritos y muchas músicas compuestas por combatientes. Esas obras eran vistas por la organización como un medio para luchar mediante la cultura, armas para convencer al pueblo colombiano de la justicia de su causa. Esa música, nacida de la guerra, trataba de la nueva sociedad que querían construir los guerrilleros, e invitaba al espectador a unirse al combate. Eso era el «trabajo de masas»: la propaganda a favor de la guerrilla que pasaba por el arte. Las letras podían referir a las razones de los guerrilleros para tomar las armas, la denuncia del gobierno y del modelo capitalista, y la promoción de los valores socialistas de las FARC.

Esta música de guerra también tenía otro papel: crear una identidad colectiva en el grupo. Elevó la moral de los combatientes, y permitió mejorar la cohesión ideológica. Era un elemento clave en la construcción de una identidad fariana y de una cultura propia de esta contra sociedad.

Un guerrillero también debe saber cantar

© Imagen GPT – Músico fariano

El rol fundamental de la música en el proceso de construcción de la paz

La música desempeña un papel esencial en las relaciones entre las personas: no solo permite observar las expresiones faciales y corporales de aquellos que tienen dificultades para comunicarse verbalmente, sino que también facilita la comunicación interpersonal.

El surgimiento del «Partido de la Rosa», afiliado a las FARC y representado por una rosa como símbolo, fue promovido por algunos artistas farianos con el fin de construir un país libre de corrupción y más cerca que nunca de la reconciliación. Propaganda musical, sin duda, pero propaganda pacifista, lejos de la imagen que la guerrilla tiende a presentar. Una de las canciones lleva incluso el título A favor de la paz e incluye algunas estrofas claras: «El presidente, oye, la paz es un derecho […] La unidad es el camino para salir del conflicto y la guerra […] Un brindis por el futuro dejemos la guerra atrás […] Ha llegado la hora de la paz».

Lo más destacable, al final, es el compromiso de seguir la vía legal para llevar a buen puerto el proyecto revolucionario. Aunque aparentemente contradictoria, esta idea se pone en práctica en varios Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (ETCR) – áreas dedicadas a facilitar la reintegración de excombatientes – donde se organizan proyectos colectivos en torno a la música, tal como el teatro construido en Riosucio.

Un guerrillero también debe saber cantar

© Facebook   –   Julián Conrado

La trayectoria atípica y elocuente de Julián Conrado

Por último, es difícil no mencionar la trayectoria de Julián Conrado. Su caso ilustra el papel ambiguo de la música fariana. Conrado era un guitarrista, cantante y activista de izquierda que decidió unirse a las FARC en 1984. El mensaje de sus músicas refleja a la vez el carácter propagandista de su obra, y la voluntad de paz que pasa a través de sus palabras. Una de sus canciones, Mensaje Fariano, lo resume a la perfección: «precisamente soy guerrillero porque amo la paz». Se desmovilizó en 2016 y decidió involucrarse de manera pacífica en la vida política local. Así fue elegido alcalde de su ciudad con el apoyo de Colombia Humana, el partido del presidente Gustavo Petro. Ahora está luchando con los que quieren implementar los acuerdos de paz plenamente.

El poder tranquilizador de la música

En la lucha por la paz, la música es sin duda una herramienta poderosa. Otro ejemplo es la famosa cantante colombiana Martina Camargo, que está convencida del poder de la música para trascender las barreras culturales y lingüísticas, fomentar la convivencia pacífica, educar y sensibilizar a las comunidades. Al final, es mejor dejarla expresarse: «la arma perfecta para combatir todo este problema es el canto, la danza, la cultura, todo lo que sea arte».

Un guerrillero también debe saber cantar

© garytog   –  Músicos en Barranquilla, Colombia

BERNARD Thomas, MALABRE Arthur

BERNARD Thomas, MALABRE Arthur

Estudiantes de tercer año en Sciences Po Grenoble