Pequeñas reflexiones de una chanca:

Les escribo desde un mirador, un segundo piso que me brinda una linda vista sobre la comunidad nativa shipibo de San Francisco, ubicada en la Amazonía peruana, en el departamento de Ucayali. Hace más de tres meses que vivo acá, trabajando para un proyecto de “Coeur de Forêt”.*

Más allá del trabajo, poder estar presente un largo tiempo en un espacio que no es el nuestro, nos brinda una mejor comprensión del otro, en este caso del Shipibo. Aunque nunca seré, o mejor dicho nunca me considerarán como shipiba, de una cierta forma, me convierto en uno de ellos. Porque comemos lo mismo, respiramos el mismo aire y compartimos lo cotidiano. Y en ese cotidiano podemos entender al otro, y sin darnos cuenta también cambiamos nuestras propias costumbres.

Carta desde una casa de la comunidad Shipibo en la selva amazónica

Cuando se acuesta el sol, empieza otro ritmo, el ritmo de la chanca, como me nombran acá. Me dicen chanca, palabra shipibo, porque me gusta la calle, andar afuera de la casa, sobre todo a la noche. Y es verdad, me gusta porque puedo conversar, encontrarme con jóvenes e intercambiar sobre nuestras costumbres.

San Francisco está cambiando mucho, sobre todo desde la llegada de la electricidad hace unos diez años. Ya no se reúnen tanto las familias para compartir, prefiriendo la compañía de una televisión. La ciudad de Pucallpa está cerquita, a una hora de bote cuando es temporada de lluvia y media horita en temporada seca. Se infiltra cada vez más en la comunidad mediante la tecnología y el dinero. Por eso digo que escribo desde un mirador, porque puedo observar casi en directo la evolución de San Francisco y su desenvolvimiento con el exterior y la modernidad.

Puedo observar cómo el dinero va cambiando sus costumbres, ya no intercambian productos como en otras comunidades. El Shipibo de San Francisco casi ya no cultiva para él sino para poder vender. Y si quiere vender tiene que producir lo que pide el mercado y ya no cultiva alimentos tradicionales para su familia. Va naciendo una cierta dependencia…

Carta desde una casa de la comunidad Shipibo en la selva amazónica

A lo largo de mis encuentros, me fascina la cuestión de la identidad frente a esos cambios. Hoy, ¿qué es ser Shipibo? Muchos no entienden mi pregunta pero charlando ya me dan elementos de respuesta. Anoto muchas semejanzas, primero “Soy Shipibo, porque así es”, una cierta fatalidad. Pero después, me explican que nacieron acá, que la selva es su universo. Intuyo que por la selva se refieren al clima, al calor, la atmósfera que ha venido construyendo su carácter. Muchos me hablan también de su físico, se comparan a mí, enseñándome el color de su piel, la forma de su frente, su pelo, etc.

Al final viene la lengua, el shipibo. Su lengua, la que usan a diario, la lengua de la familia, de la amistad y que constituye para casi todos un pilar de la identidad. Como lo expresó Wisley: “los que se van muchos años y regresan diciendo que ya no saben shipibo mienten, porque la lengua está en nosotros, nunca la podremos olvidar.” Esa es hoy, la fuerza de los Shipibos, su idioma. Por lo general no tienen vergüenza de hablarlo en público y lo transmiten a sus hijos a diferencia de los quechuas por ejemplo.

Respecto a las costumbres tradicionales, muchos las conocen pero ya casi no las practican por comodidad, y porque quieren ganar dinero. Pero, lo que sí está perdiendo son los conocimientos de las danzas, de los cantos y de las plantas. La religión no es ajena a ese proceso porque muchas de las presentes en San Francisco, impiden bailar y rechazan el uso de plantas medicinales. Así religión y modernidad van chocando con la cultura tradicional shipibo. Lo positivo es que algunos empiezan a reflexionar y a definirse. Pensar su identidad nace frente a lo ajeno, frente al cambio. Y hoy frente a esas evoluciones, muchos jóvenes que han podido estudiar deciden quedarse en la ciudad por comodidad pero muchos también quieren movilizarse, encontrarse y actuar para su comunidad y su identidad.

Carta desde una casa de la comunidad Shipibo en la selva amazónica
Flore Garcia-Bour

Flore Garcia-Bour