© Willian Reis

Escrito por Marcelo Gómez

En Quechua: Para: Lluvia y Aco: Arena: ParaAco : “lluvia de arena”.

Probablemente cuando alguien te menciona el Perú, lo relaciones inmediatamente con el increíble y majestuoso Machupicchu, ¿cierto?  Pero hoy quiero hacerte viajar con las siguientes frases hacia otro destino maravilloso de este gran país de sur América.

Paracas, distrito situado en la provincia de Pisco y en el departamento de Ica a tan solo 3 horas de la capital limeña entre un desierto árido y el inmenso mar tranquilo del Pacífico, con corrientes de aire de hasta 60km/h impregnado por temperaturas que alcanzan los 30 grados en verano.

En Paracas encontrarás un universo compuesto de hermosas playas, como la de Supay, y es justamente en una de estas bahías que podrás admirar los flamencos de alas rojas y pecho blanco que inspiraron a José de San Martín con los colores de la bandera nacional peruana.

Para descubrir más, te puedes subir en una de las lanchas turísticas que te acercarán en pocos kilómetros a un mundo mágico en medio del océano, empezando por el jeroglífico de un candelabro de 170 metros de altura, del cual se desconoce aún el autor y el objetivo del dibujo que es reconocido patrimonio cultural de la nación y que forma parte de la Reserva Nacional de Paracas, aérea nacional protegida marino-costera.

Durante la travesía miles de aves piqueros te recibirán y te acompañarán formando figuras aéreas maravillosas. Al llegar a las islas ballestas compuestas por 20 arcos rocosos, observarás la población de lobos marinos que descansan tranquilamente después de haberse alimentado toda la noche.  Luego verás algunos leones marinos recuperándose y recordando amargamente su perdida en la ardua batalla por la conquista de un harén de hasta más de 20 hembras simultáneas.

Por encima de los lobos, verás centenares de pingüinos de Humboldt, los únicos que existen en el país y que están en vía de extensión talvez por el hecho que sean monógamos y fieles a sus parejas tal como el hombre. En todo caso, estos lobos esperan conjuntamente el pasar de las horas para poder volver a nadar velozmente y alimentarse de anchovetas o pejerreyes.

En medio de todo este paraíso las rocas forman parte del paisaje, como por ejemplo el perfil de Cristo en una ellas o la isla de los deseos un poco más allá.

Es más, todo este ecosistema es poblado por algunos hombres que viven y trabajan durante meses recogiendo toneladas de guano: excremento de las aves, que recubren artísticamente las islas de manchas blancas y que sirve de fertilizante para el abono de las tierras.

Regresando a tierra firme, te aconsejo que antes de irte de esta maravilloso ecosistema terrestre, pruebes una comida de mariscos frescos y deliciosos como el plato nacional el “cebiche” en uno de los restaurantes cercanos a la playa que te harán chupar los dedos de sabor, ya que en el mar la vida más sabrosa.

Marcelo Gómez

Marcelo Gómez