Créditos : Maria Victoria Wazar

Antes de entrar de lleno en lo que es hoy resultado de siglos de trabajo manual, aplicación de conocimiento empírico con la consecuente transmisión de conocimientos de generación en generación del cultivo de la viña, es importante hacer una breve introducción de la historia del vino en América latina. Desde México atravesando Brasil, Uruguay, Bolivia, Venezuela sin olvidar por supuesto Chile y Argentina cuyos viñedos hoy han alcanzado renombre a nivel mundial, descubriremos cómo cada país tiene una identidad vinícola producto de un pasado, toda una trayectoria indiscutible en términos de herencia y bienes acumulados durante siglos de evolución.

Chile : un poco de historia…

Es irrefutable que la introducción de la viña en América latina es el resultado de la colonización española. En el caso de Chile, se registra que en el 1551 los españoles sembraron las primeras semillas de uva, y el primer vino fruto de esta plantación fue producido para 1555.

Hay que destacar que el consumo del vino en esa época se limitaba, esencialmente y como un símbolo, en las ceremonias religiosas auspiciadas por los misioneros españoles, por lo que la calidad de éste no era la principal característica buscada por el “consumidor”. La producción y consumo de este vino se vio en aumento gracias a un trágico evento en Europa; la crisis de la “filoxera”, enfermedad bacteriana que atacó los viñedos devastando por completo miles de hectáreas, sobre todo en Francia. Este terrible suceso que se produjo en el último tercio del siglo XIX tuvo un gran impacto en la viticultura sudamericana.

Había que satisfacer la demanda de vino europeo y fue así como los vinos chilenos, por ejemplo, se exportaron con gran éxito. La calidad también se vio obligada a mejorar; al tener una clientela europea bastante exigente, los productores de vinos empezaron a preocuparse por la calidad, el “terroir” y los diferentes métodos de la elaboración del vino.

El método moderno de elaboración del vino aparece exactamente en 1860 cuando ricos propietarios de tierras a los alrededores de Santiago de Chile pidieron a los productores franceses, que se encontraban desempleados por la crisis de la filoxera, cultivar la viña nuevamente importada.

A partir de ese histórico momento, países como Chile y Argentina se establecieron como productores de vinos con una buena relación calidad-precio. Chile nunca se vio invadido por esta infección de la viña, ya que los Andes, el desierto de Atacama y el Océano Pacífico le sirven de barreras naturales contra esta última.

En este periodo, las raíces de la variedad de Merlot en la región Bordelesa eran arrancadas para plantarlas en Chile. Antes de la filoxera, el viñedo Bordelés era muy distinto a lo que es hoy; es decir, existía una gran mayoría de variedad Merlot y Carmenere, castas relevantes del paisaje vinícola Bordelés. Antes de la filoxera, el 60% a 90% de los viñedos estaban sembrados de Carmenere. Esa casta era apreciada al mismo nivel que la casta mundialmente conocida Cabernet Sauvignon. Pero los rendimientos irregulares de la primera contribuyeron al abandono de su cosecha en el siglo XX.

A mediados de la década 1980, empieza un trabajo enorme de inversión y modernización en la viticultura chilena. Estas inversiones comprenden sobre todo el trabajo artesanal, el desarrollo técnico y el acceso a nuevas tecnologías y la apropiación de tendencias en búsqueda de un vino a la altura de las expectativas internacionales.

Esto explica que hoy en día Chile es el principal país productor vinícola de Sudamérica.

¡A la conquista de los vinos del Nuevo Mundo!

Créditos : Maria Victoria Wazar

Carmenere : la diva chilena

No es una sorpresa cuando se escucha a un viticultor referirse al Carmenere como a un “clon un poco extraño del Merlot”. En realidad, durante décadas, muchos viticultores eran incapaces de establecer las diferencias entre el Merlot y el Carmenere ya que las uvas eran muy parecidas. Muchos viticultores descubrieron con gran sorpresa, después de un análisis de ADN de la viña en 1996, que lo que llevaban décadas cultivando y sacando al mercado como Merlot no era más que Carmenere.

A partir de 1998, se empieza a imprimir la casta “Carmenere” sobre las etiquetas de las Bodegas chilenas productoras de este vino. Hoy en día es más fácil distinguir el Merlot del Carmenere, ya que según expertos, la diferencia está en el color debajo de las hojas; las hojas del Merlot son blancas, mientras que las hojas del Carmenere son rojas.

La casta del Carmenere es una variedad que acompaña muy bien con la del Cabernet Sauvignon. Estas castas de uvas en ensamblaje le dan al vino un carácter de vivacidad, aromas y una sensación intensa de frutas al paladar. Una vez en la bodega, el vino que resulta del Carmenere demanda un gran cuidado ya que tiene una baja acidez y esto lo expone con más a una infección bacteriana. Por igual, esa baja acidez es lo que le confiere su sabor a frutas rojas y negras particularmente delicioso, así como notas de especias. Los taninos son potentes y finos dándole al vino su cuerpo y su estructura. En el paladar, el vino refleja una complejidad que hace referencia a aromas como el café, de carne a la parrilla, de apio y hasta de salsa de soja para algunos. Una gran mayoría de expertos en vinos aprecian particularmente la variedad de Carmenere, calificandola de haber nacido para mejorar tanto el Cabernet Sauvignon como el Merlot.

¡A la conquista de los vinos del Nuevo Mundo!

Créditos : Maria Victoria Wazar

Enoturismo: “La ruta chilena”

Esta ruta comprende 4 días partiendo de Santiago. Solo incluye viñedos a menos de 200 km. Un pequeño esquema dará una idea.

Lo mejor de estos circuitos: muchas bodegas ofrecen visitas espectaculares (sobre todo las más conocidas) con cabalgatas a través de los viñedos así como alojamiento en habitaciones de ensueño.

Lo negativo: el transporte terrestre puede fatigar. Lo ideal, si el viaje es en grupo, es rentar un vehículo con chofer local que conozca ya las rutas.

¡A la conquista de los vinos del Nuevo Mundo!

Créditos : Maria Victoria Wazar

Maria Victoria Wazar

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