Menos famosos que los carnavales brasileños, los carnavales argentinos sacuden todo un país durante un mes entero. Todos los sábados y domingos del mes de febrero, cada año, cientos de miles de Argentinos de entre cero y cien años salen a las calles de todas las ciudades del país para asistir y participar a los corsos al compás del bombo murguero.

Un poco de historia

En Argentina, el carnaval se empezó a celebrar a partir del año 1600. Traído por los Españoles católicos – se festeja tradicionalmente 40 días antes de Cuaresma – y mezclado con el candombe, el baile de los esclavos africanos, el carnaval salió mucho más tarde del ámbito privado para apropiarse de las calles. Se dice que un 25 de mayo de 1836, fueron 6 000 bailarines y músicos africanos los que invadieron la ahora llamada Plaza de Mayo, en el corazón de la capital argentina.

Habrá que esperar al año 1858 para que aparezca la primera y verdadera comparsa, una agrupación carnavalesca lista para salir a la calle para interpretar su música. A finales del siglo XIX, los carnavales son más populares que nunca. Sin embargo, en ese momento, empiezan una mutación, menos comparsa y más murga, un estilo musical distinto y una expresión más grotesca y traviesa en sus representaciones.

En 1856 se declaran feriados nacionales los dos últimos días de carnaval, regalo del Estado argentino a la población. Eliminados de los calendarios en 1976, durante la dictadura militar, habrá que esperar 34 años y el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner para que reaparezcan.

Varios tipos de carnavales

Si cada ciudad del país se prepara durante todo el año para el carnaval de febrero, los carnavales más destacados son los de Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, San Luis, La Rioja, Jujuy, Salta y Buenos Aires. Sus características son muy distintas de una región a la otra.

 En Jujuy, en el noroeste del país, las festividades están muy impregnadas de cultura andina. Allí, se desentierra y se vuelve a enterrar un « diablo de carnaval », un muñeco que simboliza los deseos reprimidos y es él que fecunda la Pachamama, creando las semillas, las raíces, los follajes y las frutas de toda la región. El último día de carnaval, se vuelve a enterrar el diablo con hojas de coca, alcohol y cigarrillos, elementos tradicionales de las ceremonias andinas. Más al norte, del lado de Salta, la cercanía con la frontera boliviana enriquece el  carnaval con una gran cantidad de bailes del país vecino como los «tinkus», las «caporales» o las «diabladas».

Los carnavales argentinos, la inmensa alegría de un pueblo fiestero

© Karin Jael

El famoso carnaval de Gualeguaichu, llamado también « Carnaval del País », en Entre Rios, a 200 kilómetros al norte de Buenos Aires, es uno de los más grandiosos del país por la cantidad de turistas que atrae y por la importancia de su organización. Es considerado como uno de los carnavales más importantes del mundo con el de Río y el de Venecia. El corsódromo construido para la ocasión es una escena gigante y cerrada con una capacidad para 35 000 asistentes sentados.

Año tras año, las distintas comparsas, limitadas cada una a 300 bailarines y cuatro carrozas por el reglamento del carnaval, compiten por los primeros puestos en las categorías de la música, la danza, la calidad de las carrozas, la vestimenta y el « espíritu de carnaval ». Los turistas afluyen de todo el país para admirar estos corsos.

Los carnavales argentinos, la inmensa alegría de un pueblo fiestero

© Arik Meyer

Los carnavales argentinos, la inmensa alegría de un pueblo fiestero

© Roberto Hipp

En 1995, la ciudad de Corrientes recibió el título de « Capital nacional del carnaval » por la Secretaría de Turismo argentina. Con su corsódromo con capacidad para 30 000 personas sentadas y los corsos en todos sus barrios – como también de la región entera –, la ciudad vive al ritmo del carnaval desde la primera semana de enero hasta la tercera semana de febrero.

La magnificencia y la riqueza de sus trajes atraen a los amantes del espíritu carnavalesco de todo el país.

Los carnavales argentinos, la inmensa alegría de un pueblo fiestero

© Luis Gurdiel

En Buenos Aires y el conurbano, el carnaval es distinto, muy popular y completamente gratuito. Aquí, no hay corsódromo sino, en cada barrio de la capital y alrededores, la presencia de una o varias murgas, cada una con su personalidad muy fuerte.

En estas murgas, las generaciones van de la mano con alegría, los chiquitos y las abuelas bailan y tocan juntos. Todos se preparan, a lo largo del año, ensayando enormes coreografías grupales, cociendo nuevas decoraciones en sus trajes que llevan siempre el nombre del que lo lleva puesto.

Cada sábado y domingo de febrero, por las noches y muchas veces hasta la madrugada, los Porteños salen en familia a admirar las murgas que recorren los barrios a lo largo de la noche. Todo el mundo tira espuma y agua, en pocas ocasiones se vuelve seco de una noche de carnaval en Buenos Aires. Por suerte, febrero es un mes de verano en estas latitudes y la temperatura puede rondar los 20 grados hasta bien entrada la noche.

Los carnavales argentinos, la inmensa alegría de un pueblo fiestero

© Tecnópolis Argentina

Los trajes

Los murgueros (bailarines de murga) llevan generalmente puestos trajes de Arlequines. Cada bailarín personaliza su disfraz, año tras año, agregándole símbolos de su ciudad, de su barrio, de su equipo de fútbol, o de su personaje favorito de dibujitos para los más chiquitos.

Este año, los Argentinos no dudaron en agregar pelotas y copas doradas a su disfraz para homenajear a los jugadores del equipo nacional y para expresar su enorme orgullo de haber traído el título de Campeón mundial de Fútbol a casa.

La danza típica que ejecuta el bailarín, aunque está perfectamente coreografiada, representa la locura de alguien que perdió la cabeza y se desplaza saltando desquiciadamente sin importarle los códigos sociales, a modo de desahogo de todas las frustraciones acumuladas durante el año. Salta frenéticamente hacia todos lados como un Arlequin surgiendo de su caja, durante horas y horas, es un baile muy físico.

En los grandes carnavales del norte del país, los trajes son adornados de plumas al estilo carioca. En Corrientes, por ejemplo, se dice que en un solo corso, se pueden necesitar unos 70 000 plumas.

Los carnavales argentinos, la inmensa alegría de un pueblo fiestero

© Tecnópolis Argentina

Los instrumentos

El famoso bombo murguero (un gran bombo con un platillo arriba) y el redoblante son los principales instrumentos de la murga que es casi exclusivamente percusiva. También, se encuentran trompetas y alguno que otro instrumento de viento para las melodías y los silbatos para el ritmo. Algunas murgas tienen un cantor o una cantora o varios, y unas composiciones personales que tienen como temas la amistad, la familia y, por encima de todo, por supuesto, la fiesta.

Los carnavales argentinos, la inmensa alegría de un pueblo fiestero

© Tecnópolis Argentina

Para el gran « cierre de carnaval », los Argentinos gozan de dos días feriados, lunes y martes, como para no perderse nada del fiestón nacional. En Buenos Aires, el gran show de cierre gratuito se realiza en la emblemática Plaza de Mayo, y cuenta con la presencia de las mejores murgas porteñas.

Este año, son los  « Amantes de La Boca », los « Dioses de La Paternal », los « Chiflados de Boedo » y los « Caprichosos de Mataderos » (siempre resaltando el amor al barrio) los que tuvieron el gran honor de cerrar este evento popular, fuente de cohesión social extraordinaria y tan anclado en el corazón de los Argentinos.

Emma Céline Rotella

Emma Céline Rotella

Autrice