El cóndor es el símbolo patriótico que define la identidad histórica de varios países andinos. Es el mensajero de los dioses, buitre carroñero. El cóndor es un ave que apasiona por su morfología digna de ingeniería aeronáutica, y por su rol en el ecosistema de alta montaña.
Camilo Pacheco es un joven artista originario de Pereira, tiene 24 años y lleva casi 3 años en París. Persiguiendo su sueño de llevar a cabo su carrera artística, Camilo ha venido desarrollando con un interés científico y artístico el gusto por el cóndor en su práctica profesional. A él, le dedicó su tesis de grado e inspirándose de grandes maestros como Alejandro Obregón, Camilo ve al cóndor como una parte que en su obra separa en partes y no como un todo, no pinta su grandeza, pinta aspectos de su cuerpo en colores ocres, rojizos, azules. Su obra es una mezcla de contrastes.
El cóndor es un animal de sangre, al alimentarse de cadáveres de animales. Su sangre roja, presente en las obras de Camilo, le da una significación de mortalidad. Camilo se concentra en esta particularidad del cóndor dentro de todas las aves del continente, desacralizando su imagen divina para muchas comunidades prehispánicas y poniéndolo en el centro de su rol como garante del equilibrio del ecosistema de alta montaña. Vulnerable, el cóndor cuya majestuosidad le permite volar entre 4000 y 6000 metros sobre el nivel del mar, aunque a esta altura no vuela, sino que planea. Desde esa altura puede identificar su alimento, anida, tan cerca del sol, pasa una gran parte del día, por eso es tan raro verlo. Es tanta la radiación solar a la que se expone que no tiene plumas en su cabeza. Sus ojos casi sacados de la época de los dinosaurios nos hacen pensar en sus orígenes y evolución.
Esta ave, que se encuentra en el escudo de Colombia, ahí, en donde aún vemos el canal de Panamá, como si el país negara la separación. La pérdida de Panamá es una historia que desde la guerra de los 1000 días (1889-1902) sumergió al país en un conflicto que aún perdura. El cóndor es el ave nacional y símbolo de identidad que une las culturas precolombinas a su nueva forma de organización política, el modelo republicano. La necesidad de poner un ave en la bandera se inspira del águila heráldica alemana del medioevo, presente en varias banderas de ducados y principados que inspiró la bandera de Bogotá, por ejemplo. Los símbolos patrios son usados desde hace siglos para unificar y crear un sentimiento de pertenencia. Los romanos usaban el águila en sus estandartes. El águila representaba el poder imperial.
Camilo nos invita a reflexionar sobre el rol que le damos al cóndor, a preguntarnos qué lugar tenemos nosotros como especie humana en los ecosistemas en que vivimos. Una de sus invitaciones es mirar la tragedia de febrero del 2021 en Bolivia, donde 34 cóndores murieron envenenados, aunque las causas ni los responsables se han esclarecido, un hecho existe, esta especie se apaga, y con ella la identidad que usaron los militares que crearon a las jóvenes repúblicas de Colombia, Chile, Ecuador, Perú, Bolivia, quienes usaron el cóndor como símbolo de independencia. El cóndor reemplaza la corona española en banderas y escudos, creando así una simbología republicana no europea.
La inspiración del trabajo sobre el cóndor que Camilo descubre poco a poco es, según él, un primer paso en su reflexión sobre esta ave sagrada, inaccesible, que se extingue por falta de medios económicos para mantenerla viva, para protegerla. Se cree que entre Colombia y Ecuador solo hay 150 ejemplares vivos. En Venezuela la presencia del gigante cuyas alas desplegadas alcanzan los 3 metros solo es un recuerdo. Argentina y Chile, gracias a sus programas de recuperación que desde los años 80 luchan por reintroducir la especie, ven algunos resultados pero no suficientes para sacar al cóndor de la lista roja de especies amenazadas de extinción. La vida de un cóndor supera los 80 años, su mayoría sexual es cuando tiene 8 años, es monógamo y pone un huevo cada dos años.
Su lenta reproducción y la cantidad de envenenamientos, de accidentes en torres eléctricas y la pérdida de su hábitat, extinguen al mensajero de los dioses, aquel cuyo culto en tiempos prehispánicos era tan importante al ser él, el cóndor, el que llevaba las almas al más allá. El único animal que es capaz de caminar, alzaba sus alas y llegaba en tan pocos segundos al cielo, sin miedo al viento ni al sol, por ello se consideraba como un Dios. No es por nada, que, al departamento de Cundinamarca, cuya capital es Bogotá, se inspire del quechua “kuntur”*.
(*) En quechua Kuntur Wasi (de kuntur el cóndor y de wasi la casa) significa “casa del Cóndor”.
Texto: Juan Duputel
Associación UMSTANDA
Fotos: Camilo Pacheco, E-Birds.