La parte alta del río Saija empieza en las bocas de Pátia, donde desemboca el río Pátia. Por arriba de esta desembocadura el menguado calado del Saija no permite el paso de lanchas medianas, solo canoas con o sin motor y potrillos*. Nos tomó toda una jornada de navegación contracorriente para llegar a Santa Rosa de Saija, importante centro poblado de la parte alta del río, sede de la parroquia de Santa Rosa de Lima, que en esos tiempos contaba con una nutrida feligresía entre los habitantes de las orillas del río.
Con ocasión del día de Santa Rosa de Lima, cada 30 de agosto se celebran unas festividades que congregan a gran parte de la población dispersa de las cercanías del nacimiento del río en la Cordillera Occidental, de manera que fui invitado a unirme con mi equipo a la delegación del Vicariato Apostólico de Guapi, que en la víspera recorrió muchos caseríos donde se celebraba la misa, y donde me daban un espacio para dirigirme a los presentes, en medio de la homilía, o como lo anunciaba el diácono, el Evangelio de la Salud.
Al final de la jornada nos instalamos en la casa de huéspedes de la parroquia, para prepararnos tanto los religiosos como los sanitarios para las intensas actividades programadas para los días siguientes.
Las misas
Lo primero que noté en el claro de la selva donde se instaló el altar portátil donde se celebraría la primera misa del día, es que en la parte de atrás, lo que sería el coro en una iglesia, estaban los instrumentos propios de la región. Una vez iniciada la primera de las muchas misas a las que asistí ese día, a medida que las voces de los feligreses entonaban la parte cantada, empecé a notar como se ponían en armonía los tonos ricos en resonancias de la marimba de chonta*, con las voces dulcemente afinadas que cantan alabaos, arrullos, géneros propios de la celebración de la misa, pero con ese sabor único del Pacífico Colombiano, amalgamado con el ritmo del bombo, el cununo* y el guasá*, que poco a poco se fueron sincronizando con las cadencias de la jungla, y terminaron dándole una dimensión hipnótica y mágica a la celebración, efecto que noté en todas las misas acompañadas de música a las que asistí. Es un efecto comparable, aunque diferente, tocaban el órgano y hacían coros en las celebraciones de las grandes catedrales.
De acuerdo con Fernando –santero él mismo, pero de los de Cuba– hay un intenso sincretismo entre la religión católica y las religiones ancestrales de los descendientes de los esclavos, quienes han adoptado figuras del imaginario católico para referirse a sus simbolismos; los cantos, ritmos y danzas en la misa representan esas creencias y personajes vestidos con ropaje europeísta.
Honrosa invitación
Mientras trataba de elegir entre algunos de los artículos exhibidos en el mercadillo que se había asentado en la explanada al frente de la iglesia, me encontré a Fernando y a Gerónimo conversando en un puesto donde se servía Pelada Frita*, y por supuesto me uní a ellos.
Ya habíamos caminado la palabra con Gerónimo y Fernando sobre la visión que tiene el Jaipaná de las relaciones del mundo de los espíritus y el mundo material de la selva, del proceso de salud enfermedad, y la importancia que tiene la ritualidad alrededor del Pildé*. Pero en esta ocasión el tema de conversación era la invitación que nos hacía Gerardo a participar en los rituales preparatorios para la iniciación en ese mundo de los Jai. No sin expresar lo honrado que me sentía por esa invitación, tuve que declinar, puesto que siendo el único médico de las riberas del río, mi guardia era 24/7, y no podía disponer del tiempo para la preparación rigurosa por la que debíamos pasar. Fernando encantado aceptó, y me pidió que lo acompañara en los momentos en que me fuera posible, y le ayudará a documentar el proceso de su – según él – estudio antropológico.
Terminada la cena, nos dirigimos a recorrer el mercadillo, hasta llegar a los puestos donde encontré a Manuela Chiripúa, una de la hijas de Gerardo, diestra artesana, heredera de los conocimientos y habilidades ancestrales en la elaboración de cestería, con gran manejo de la palma tetera, y también en la elaboración de collares, gargantillas y pulseras con chaquiras multicolores.´
Para esa ocasión había traído unos bolsos de los llamados cuatro tetas que con orgullo me había enseñado una vez terminados en la Casa Grande de Guanguí hacía unos días. El tejido de cestas con bejucos locales, y principalmente con la paja de la palma tetera es una actividad cotidiana de las mujeres Epera, y lo hacen para producir cestas que son útiles en el diario vivir, a veces para vender, pero conservando sus diseños y dibujos llenos de simbolismos propios de la tribu, siendo Manuela custodia de este arte y expresión del espíritu Epera. El tejido de artesanías alrededor del fogón hace parte de la transmisión y cuidado de la Ley de Origen, transmitido de madres a hijos en la estructura familiar tradicional, al igual que los usos y costumbres en cuanto a alimentación, lengua materna, normas para la convivencia, y los ruegos a Tachi A’kore y Tachi Nawe para que guíen a sus líderes y a sus Jaipanas y así evitar los males del cuerpo y del espíritu.
Avanzada la noche, mientras nos dirigimos a la ribera del río, para lo que pensé sería una verbena como las de todos los pueblos durante las festividades, Fernando me hizo caer en la cuenta de que a pesar de que no hablamos el Sia Pedée, y el castellano de Gerardo y su familia es apenas básico, habíamos logrado buena comunicación y ganar la confianza del clan, como lo atestigua el hecho de que cuando llegábamos a sus Casas Grandes, las mujeres ya no corrían a ponerse una camiseta, sino que continuaban su vida normal sin cubrir sus torsos. Y como confirmación, la invitación de Gerardo, quien dijo que nos considera aptos para introducirnos al mundo del Jai, donde en el mundo de arriba “Tachi A’kore Euha”(el cielo) reina Tachi A’kore, y el subsuelo (Antanamora enja), es el mundo de los Tapanos.
Bajamos por un sendero y unos metros más adelante, se abría un extenso claro cerca de la orilla del río, y allí estaban: hombres y mujeres, ataviados con hermosos trajes, descalzos o en alpargatas, al lado de una fogata entre marimba, bombo, cununo, guasá, tomaban algo de Viche y se entregaban a danzar. Currulaos, algunos conocidos, otros no tanto se sucedían en la noche, bajo un gran claro entre las nubes donde se podía observar la imponente Cruz del Sur. Pronto se unieron los latidos del currulao a los de la selva, y no muy lejos, entre la espesura, divisé dos puntos luminosos amarillos. Los ojos de un jaguar que vigilaba… como ya era habitual.
GLOSARIO:
Potrillos: Canoas pequeñas
Chaquira: cuenta de vidrio o plástico de colores, usada en la elaboración de artesanías. Por similitud, es el nombre que se da a las serpientes del género Micrurus, o corales.
Cununo: tambor en forma de tronco de cono, similar a las timbaletas. De diferentes tamaños, hay cununo macho y cununo hembra.
Currulao: Género musical propio del Pacífico colombiano, de raíces africanas, con temática de amor y naturaleza. Baile asociado a ese tipo de música, ejecutado por parejas sueltas en un juego de seducción ejecutado con movimientos vigorosos y precisos.
Guasá: Instrumento de percusión construido en un cilindro hueco de madera, con semillas secas en su interior, que se sacude para generar su sonido característico.
Marimba de chonta: versión Pacífica del xilófono, con dos docenas de teclas talladas en madera extraída de la palma del Chontaduro, y tubos resonadores en guadua.
Pátia: Nombre del principal río afluente del Saija, se acentúa en la primera “á” para diferenciarlo del río Patía, que desemboca en el Pacífico varias decenas de kilómetros al sur.
Pelada Frita: plato de pescado de mar frito acompañado de patacones o retacadas de plátano.
Tachi A’kore: Nuestro Padre, asociado con el sol, máxima autoridad según la Ley de Origen.
Tapanos: Espíritus del mundo subterráneo, impredecibles, en muchas ocasiones de carácter maligno.
Pildé*.
Manuela enseña con orgullo algunos de los productos de su labor artesanal, con base en la palma tetera, o el tejido de collares y pulseras con chaquiras que se ven en un cesto también de palma tetera.
Traje con falda amplia, atrás pareja bailando, es importante el manejo del pañuelo por el hombre en el juego de seducción.
Músicos al fondo, tocando el Cununo, la Marimba de Chonta y el Bombo. La bailarina lleva el ritmo con el Guasá en sus manos.
Danza del Pacífico, en un claro en la selva a la rivera del río, bajo la Cruz del Sur.
Bolso de los llamados cuatro tetas, requiere muchas horas de tejido de la paja de palma tetera. Muy apreciados por compradores en Europa.
Álvaro TOBON TRUJILLO
Traducción: Claudia Oudet
Fotos: Alvaro Tobon Trujillo
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