© Alvaro Tobon Trujillo – El manglar
Es costoso mover una embarcación por el río Saija y en general en todos los ríos del Andén Pacífico, por eso no siempre me transportaba en la lancha a motor a mi disposición sino que programaba visitas conjuntas en lanchas del Convenio con la Unión Europea o de los misioneros, cuyas actividades en las comunidades acompañamos con acciones de atención en salud básica. En otras ocasiones pagaba pasaje en alguna de las lanchas mixtas que transportaban pasajeros y carga como si fueran un colectivo fluvial. De estas diversas formas me desplacé hacia las veredas habitadas ya sea por cholos o por libres, y poco a poco fui convirtiéndome en parte del paisaje, y así pude familiarizarme con sus visiones del mundo, sus costumbres y usos en la vida diaria.
En cada parada que hacíamos los motoristas o sus proberos invariablemente llevaban y recibían mensajes ya sea personales o comunales, a veces paquetes o cartas: es el correo de la selva – me aclaró el ingeniero Rueda, con quien coincidimos en varias misiones conjuntas – «es muy efectivo. Todos los barqueros del río participan, excepto los que transportan a los misioneros de la secta Pentecostal, que evitan el contacto con la curia o las autoridades sanitarias.»
Por pedido de Fernando, a quien todos en la jungla conocíamos como «el cubano», me desplacé a la casa grande de la Calle Santa Rosa, para monitorear sus signos vitales y anotar sus reacciones luego de que tomara su primera dosis de Pildé, preparado racémico de bejucos locales que los Jaipanas habían dispuesto para él, tras superar varios días de una intensa preparación. Pasó por una etapa de náuseas y episodios de diarrea y vómito, el cual compensamos con agua de Pipa. Un par de horas más tarde, cesaron las alteraciones fisiológicas en el cuerpo del cubano, pero cada vez me fue más difícil comunicarme con él, pues poco a poco sus respuestas se tornaban distantes o eran incomprensibles.
© Alvaro Tobon Trujillo – Una pareja ensimismada, bailando al ritmo de la selva
El umbral:
– «médico, anote en el diario!» me dijo el cubano de pronto, y empezó a dictar: «el umbral está en los colores, se hacen más cálidos. Todo en este plano está hecho de cristales de colores. Estoy entrando en los cristales que marcan lo más pequeño…los cristales no son sólidos, son colores que vibran…suenan cada uno en su propio timbre.»
Vino una sesión de rehidratación y luego de unos minutos, me indicó que tomara nota en el diario:
– `«Gerónimo me pide que lo siga a través del umbral de cristales que lleva al asentamiento de los Libres. Los colores adquieren ritmos que sincronizan con la respiración de la tierra. Entramos en un claro, donde encontramos a una pareja ensimismada bailando al ritmo de la selva, vestidos de blanco y adornados con oro, ella moviéndose con pasos cortos y suaves, meneando rítmicamente las caderas; él con movimientos más amplios y una serie de saltos alrededor de ella. Ambos con la vista siguiendo el pañuelo rojo que él ondea eternamente en el aire. Pasamos a su lado sin que respondan a nuestro saludo, ni siquiera notan nuestra presencia.»
– «Gerónimo está en su traje de este mundo, el cuerpo de un Jaguar, y se desplaza en silencio por la selva… yo lo sigo, pero siento que no me desplazo con el esfuerzo de las piernas, sino con los hombros y la caja torácica…»
– «La vegetación está cambiando, se hace menos exuberante, y los colores vibran hacia tonalidades más altas… veo hacia adelante que Gerónimo, en su cuerpo de Jaguar, está hablando con alguien que yace en el piso, de espaldas.»
Dicho esto, se quedó en silencio y cayó en aparente fase de sueño MOR (REM) a juzgar por los movimientos de sus ojos. Solo pude acompañar al cubano hasta ese punto en su investigación antropológica, pues en un mensaje llegado vía correo de la selva, se requería mi regreso al Hospital improvisado en la selva por la llegada de un parto complicado. De regreso, y después de varias horas de lucha se resolvió el problema obstétrico y al fin pude ir a dormir un poco antes del amanecer, ya estables la madre y el hijo.
El breve periodo MOR (REM) de ese amanecer fue acompañado por un sueño en el cual escuché la voz de Gerónimo, en perfecto castellano, que me hablaba de como se ve el cólera en el mundo del Jai.
Esa visión era incomprensible para él: se vio ante una presencia cuya naturaleza le era desconocida. Me describió un ser que nunca había visto en ese mundo, un ser amorfo, que se desplazaba por las riberas del río, que a su paso «absorbía» toda la vida y así crecía. Y contra eso él no estaba preparado. No podía reconocerlo sino como un espíritu llamado Jai, que alguna vez -según la memoria de los mayores- asoló a los habitantes del río; finalmente, los relatos antiguos describen como había sido vencido por el ingenio y el arrojo de un par de hermanos que lo destruyen desde adentro.
© Alvaro Tobon Trujillo – Gerardo en su traje de Jaguar conversaba con alguien
que yacía en el piso, de espaldas…
«El Jai está relacionado con el mundo material de manera que a cada ser corresponde un espíritu, que en el caso de los hombres es un animal, esa es la forma en la que se ve aquí» me explicaba. Cuando pregunté cuál es mi animal en ese mundo, me respondió:
– «no puedo ver cuál es su espíritu en este mundo, porque usted no ha ingresado a él, y solo cuando está dormido puede escucharme a través de sus sueños. El jaguar es el espíritu de mi estirpe. El jaguar lo protegerá en su reino de la selva, le será leal y respetará mientras usted guarde respeto por la selva, pero no espere que dé su vida por la suya si no lo hace…»
– «Todos los jaguares son uno, y nuestro reino llega hasta donde empieza el manglar, allí reinan otras clases de espíritus»
– «el cubano es una coral, o chaquira como las llaman. Por eso es muy prudente, pero si se siente amenazado, tiene los medios para matar.»
Las oraciones matinales de las monjas y novicias del convento me hicieron despertar, e inmediatamente consigné todo en el diario que mantenía en mi mesa de noche con un bolígrafo siempre listo, y me preparé para otro día de trabajo en la selva.
Durante tres días, el cubano estuvo al cuidado de Gerardo, el Jaipaná, y de Gerónimo, el pildesero, quien era su enlace y sus ojos en el mundo del Jai. De regreso al campamento base, me llevó su diario para que le ayudara a ponerlo en orden, y a relatar su experiencia de esos días en el extraño mundo del Pildé, bajo la guía de los mayores. Cuando le pasé mi diario de campo, para que conociera mis notas e impresiones, y lo conversado con Gerónimo en sueños, mostró gran asombro, y me prometió que igualmente sorprendido estaré yo cuando revise las notas donde consignó sus recuerdos al retornar al mundo material.
De acuerdo con las mareas, se esperaba para las 5 p.m. la llegada del barco que desde Buenaventura traía los suministros para el funcionamiento del pequeño hospital que ocupaba temporalmente las instalaciones de la escuela del pueblo. En el mismo barco regresaba El Cubano de su experiencia con el Pildé, para reunirse con el resto del equipo en su sede. Me encontraba en el muelle de Puerto Saija, con el objeto de supervisar y dirigir la descarga del material médico quirúrgico. A mi lado otros pobladores de la localidad, algunos esperando a algún pasajero, o esperando para embarcar de regreso a Buenaventura e intermedias, en ocasiones comprando y vendiendo mercadería como en un mercadillo fluvial.
Tan pronto se aseguraron las amarras del Maryann II, empezó el descenso de los pasajeros que desembarcaban en Puerto Saija ese día: El cubano, una mujer y sus dos hijos, y otro personaje de la región conocido como Muchillá, por ser albino, alto y delgado.
Tan pronto Muchillá puso pie en tierra, uno de los hombres que estaba esperando a mi lado en el muelle, en evidente estado de embriaguez, se dirigió con pasos rápidos a él, sacó un changón que traía en una mochila de las de uso común en la zona, apoyó la boca del arma en el centro del tórax de Muchillá, y sin mediar palabra o preludio, apretó el gatillo. Todo ante la mirada atónita de todos los presentes. Cuando vi el efecto de los perdigones disparados por el arma, inmediatamente me llegó a la mente la frase «Lesión necesariamente mortal» que tendría que poner como conclusión en el informe de la autopsia que como forense de la región presenté al juzgado municipal.
Una vez pasada la conmoción por el hecho, realizada la autopsia y terminado el papeleo por fin pudimos sentarnos a caminar la palabra con El Cubano, ansioso por conocer los registros de mi diario de campo personal, y por contarme sus experiencias bajo la influencia del Pildé. Refiriéndose a la escena de la que fuimos testigos, me explicó que era el resultado de un «envichado» :
– «El Viche, como todo en este entorno, tiene carácter dual. En mucho influye la intención de quien lo usa. Es usado en preparaciones medicinales como la tomaseca, o en preparaciones menos conocidas cuya finalidad es causarle daño a otra persona. Lo que acabamos de presenciar no es más que una manifestación de un espíritu relacionado con el lado oscuro de las cosas. Como los involucrados son afro, ese espíritu habita en este mismo plano de la existencia, y se transmite a través de lo que genéricamente se conoce como “brujería”: una serie de prácticas en las que se usan “tomas”) con plantas de la región, generalmente maceradas en Viche, y unas cuantas oraciones y velas al “santo” que corresponda según la intención, a veces acompañada de la “fumada de tabaco” tan frecuente en esa visión mágica del mundo, omnipresente en las comunidades negras del norte del Cauca y sur del Valle, del valle del rio Patía y del Andén Pacífico.»
Cuando le pasé mi diario de campo personal, con mis observaciones sobre los signos vitales, estado de consciencia, orientación temporal, personal y de lugar, registrando las reacciones y actitudes del cubano en su aventura guiada, mostró gran sorpresa al leer los dos últimos párrafos donde registré tan pronto desperté el sueño vívido con Gerónimo hacía ya dos días. A su vez me invitó a leer las notas que alcanzó a depositar en su propio diario, pre y post ingestión de ese preparado de Pildé, muy relacionado con el Yagé o Ayahuasca. Entre muchas notas, algunas inteligibles y otras no, describía la conversación del jaguar con alguien que dormía en medio de la selva, que resulté ser yo. Parecía que hubiese sido testigo de mi encuentro onírico con Gerónimo, solo que él en su experiencia extracorpórea escuchó todo el diálogo en la lengua Epera, y no con los oídos, sino con el abdomen. En seguida me relató su vivencia inicial:
–cuando bebí el Pildé, vino un corto periodo de malestar digestivo, cuando desapareció el malestar sentí limpio mi cuerpo y sereno mi espíritu, en ese momento comencé a percibir la respiración de la tierra; cuando fijé mi mirada en unas plantas empezaron a cambiar de color, y dejé de tener consciencia de mi cuerpo. En un momento me vi dentro de una esfera de cristales, que del verde rápidamente pasaron a ser rojo brillante. Un poco más tarde pude sincronizarme con las frecuencias del mundo del Jai y fui consciente nuevamente de mí mismo después de la travesía por el mundo de los cristales diminutos de los que está hecho todo, y de cuya vibración depende el universo en el que se está consciente. Frente a mí tenía un jaguar, en cuya mirada reconocí a Gerónimo.
–Gerónimo me indicó que lo siguiera para visitar El Origen de la Vida, que brota en un punto conocido como Bocas de Bubuey, donde las aguas del rio Bubuey y el Timbiquí se unen al océano pacífico, formando una especie de laguna donde se unen los dos ríos, con un caudal que mantiene a raya al mar.
-De esa mezcla de aguas nace el Manglar y surge la vida, y su inevitable colateral: la muerte. En el aire, son innumerables las bandadas de miles de aves, en el agua multitud de cardúmenes de peces y numerosas poblaciones de moluscos, artrópodos, plancton etc, que proliferan en el ambiente del manglar, los cuales a su vez viven de otros que viven de la muerte de los más grandes, en un ciclo continuo que es como una pescadilla que se muerde la cola.
-Cada territorio tiene sus propias gamas de colores, y sus propios espíritus dominantes. El territorio de los Eperara Siapidara se siente diferente al de los afrodescendientes, y por supuesto muy diferente del Manglar.
De acuerdo con lo expresado por El Cubano, el tiempo no es un valor que se perciba muy definido en ese mundo. Es posible pasar de un territorio a otro a través de un portal en el que los colores tienen un gran valor para identificar los cristales de los que están construidas las cosas y los seres vivos, en diferentes espacios que existen simultáneamente. No es cuestión de distancia o momento, sino de frecuencia, cambiando de frecuencia se cambia de realidad, y el antes y después no tienen ninguna relevancia, se puede ir en uno u otro sentido. Es como si el efecto del Yagé, Ayahuasca o Pildé hiciera girar un dispositivo sintonizador en alguna parte de la mente, que permite cambiar de regiones del universo como se cambia una emisora de radio. Y el Pildesero estaba allí para enseñarle a operar ese sintonizador, mediante la selección del color al cual vibran los cristales. En algunas ocasiones conversé posteriormente con el cubano sobre sus experiencias sensoriales antes de que su trágica desaparición unos meses más tarde impidiera que completara su trabajo y publicara el libro que estaba preparando, el cual contenía descripciones muy detalladas de su incursión alucinante por el mundo del Jai, y por los mundos mágicos de los descendientes de africanos.
Pero hay mucho más en la selva que sobrepasa nuestro entendimiento, y El Cubano parecía estar muy bien sintonizado con ese «mucho más.»
© Alvaro Tobon Trujillo – El manglar
GLOSARIO :
Colectivo: Vehículo de transporte generalmente informal, que cubre veredas alejadas, en el caso del río por canoas con motor
Sueño MOR o fase REM: Fase del sueño caracterizada por los Movimientos Oculares Rápidos (Rapid Eye Movements) y una relativa parálisis muscular, en la cual se presentan los sueños. Se considera la fase más profunda del ciclo del sueño.
Libres: Término con el que se referían a sí mismos los afrodescendientes, para diferenciarse de los Cholos, o Indios, los Eperara.
Te’wala: Médico tradicional de la etnia Nasa.
Pildesero: Especie de asistente del Jaipaná, que con sus visiones bajo los efectos del Pildé, lo orienta sobre la naturaleza de los espíritus que estén generando algún mal o enfermedad a los miembros del clan.
Pipa: Coco que no ha alcanzado a madurar, su agua es rica en electrolitos.
Muchillá: camarones de rio, de piel traslúcida, alargados y de aspecto pálido.
Changón: escopeta recortada. Del inglés shotgun.
Viche (o Biche): destilado alcohólico elaborado a partir de la caña de azúcar. Es un producto tradicional de las comunidades afrodescendientes de Colombia.
Tomaseca: preparado con Viche, hierbas recogidas en luna menguante y otros elementos, a la que se atribuyen propiedades curativas y «fortificantes». La palabra «Toma» designa un preparado con plantas y otros elementos, usados para «embrujar» a una persona.
Yagé o Ayahuasca (del quechua Aya-Huaska, cuerda de los espíritus o liana de los muertos): preparado alucinógeno originario de América del Sur, elaborado a partir de una decocción de lianas, consumido tradicionalmente por un gran número de culturas indígenas amazónicas, que lo consideran sagrado y le atribuyen poderes curativos, purificadores y mágicos, la Ayahuasca se presenta en forma de bebida espesa, coloreada y de sabor amargo. Debido a su compleja composición química, marcada por la presencia de un potente psicotrópico natural, el DMT, la principal propiedad de la Ayahuasca es sumir a sus consumidores en un estado de conciencia y percepción más o menos fuertemente alterado. Este estado suele caracterizarse por intensas alucinaciones sensoriales y visuales, a menudo acompañadas de náuseas y vómitos debido a la naturaleza astringente y emética de la mezcla. En el uso tradicional de la sustancia, estas visiones se ven como un velo que un chamán intentará levantar por diversos medios, durante ceremonias cuyos rituales varían según las prácticas y creencias de las distintas tribus de la cuenca amazónica. Por extensión, Ayahuasca es el nombre dado a las lianas del género Banisteriopsis cuya corteza se utiliza principalmente para elaborar esta bebida.
Alvaro TOBON TRUJILLO
Doctorado y Máster en Salud Pública
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