©Stéphanie Gadat

El manuscrito de Huarochirí es una de las fuentes escritas más importantes sobre Los Andes prehispánicos que disponen hoy los historiadores. La ausencia de un sistema de escritura prehispánico (recordemos que el quipu, sistema de cuerdas anudadas, permitía transmitir información, pero su escritura sigue siendo controvertida y aún hoy no sabemos cómo descifrarla) llevó a los historiadores a usar fuentes coloniales, principalmente escritas en español. El manuscrito de Huarochirí data de la época colonial (alrededor de 1608) pero es particularmente valioso ya que es la fuente más larga que se conoce en quechua y por la riqueza de sus descripciones sobre prácticas y creencias prehispánicas en la sierra central (Perú).

Un sacerdote contra sus feligreses: una investigación sobre la evangelización y la extirpación de la idolatría

Sumergirse hoy en día en el manuscrito de Huarochirí es una verdadera investigación judicial para lograr recabar información sobre los protagonistas y sus motivaciones. A pesar de la indicación en un margen “de la mano y pluma de Tomás”, el contexto de la escritura del manuscrito continúa siendo poco claro, pero al parecer es el resultado de una escritura colaborativa. El documento en sí mismo ya está siendo investigado ya que Cristóbal Choque Casa -un nativo converso al cristianismo- habría ayudado a Francisco de Ávila -párroco de San Damián– a recopilar información sobre los cultos prehispánicos que se seguían practicando y que los evangelizadores definían utilizando el término idolatría.

El manuscrito tuvo como consecuencia revelar a los españoles la supervivencia y ejercicio de una serie de cultos prehispánicos después de casi un siglo de evangelización. Los deseos personales de Bartolomé Lobo de Guerrero, quien se convirtió en arzobispo de Lima en 1609, y de Francisco de Avila, quien fue el primero en ser nombrado “visitador de idolatría” en 1610, jugaron un papel importante en la apertura de este período en donde se realiza un trabajo sistemático de evangelización y la persecución de la idolatría se convierte en una de las principales herramientas de la labor evangelizadora.

Este período es además un momento de transición en donde chocan dos religiones, esto también es perceptible en el texto, en dónde uno de sus pasajes parece describir la crisis espiritual del narrador. Este último cuenta cómo fue perseguido por la sombra de Lloclayhuancupa, quien hacía temblar la tierra a su alrededor para aterrorizarlo. Las oraciones cristianas recién aprendidas lo ayudaron a defenderse de la divinidad, mientras que un segundo episodio onírico muestra su lucha por afirmar su fe.

Sumérjase en el universo prehispánico y colonial de un pueblo andino

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Cuando la naturaleza se anima: el increíble universo de Huarochirí

El autor del manuscrito lamenta la ausencia de un sistema de escritura equiparable al de los españoles y por ello se fija el objetivo de “[poner] aquí por escrito las tradiciones de los antiguos hombres de Huarochirí, todos protegidos por un mismo padre, Pariacaca, sus creencias y sus costumbres como las han conservado hasta hoy” para que no caigan en el olvido.

Este anclaje local en la provincia de Huarochirí (sierra central) y la etnia Checa es muy interesante para percibir las diferencias regionales dentro del Imperio Inca. La perspectiva del manuscrito difiere en muchos puntos de la élite inca del Cusco, que nos ha llegado más a menudo a través de cronistas españoles y mestizos. La región de Huarochirí probablemente sólo experimentó la dominación inca durante algunos años (entre alrededor de 1460 y la conquista española en la década de 1530), por lo que las particularidades locales están muy marcadas allí.

Así, el sol, a menudo considerado la deidad principal de los Incas, está ausente del manuscrito. La deidad tutelar (wak’a) de la región, en cambio, es Pariacaca, cumbre montañosa y nevada que domina la región. Los wak’a eran a menudo elementos del paisaje que se consideraban animados, y que transmitían su “fuerza vital” (traducción del quechua camac) a los seres que habitaban su territorio. Parte del manuscrito está dedicado al enfrentamiento entre Pariacaca y Huallallo Carhuincho, dos wak’a montañosas que pueden reflejar el conflicto entre la etnia Checa y Yunga (término genérico que designa a los pueblos de las tierras bajas, entre otros del piedemonte amazónico, donde habrían huido tras la derrota de Huallallo Carhuincho). En una sucesión de coloridas historias, el manuscrito nos muestra las interacciones de los wak’a entre sí, con los hombres y los animales, así como los desafíos que Huatyacuri tiene que superar con la ayuda de su padre Pariacaca. Algunos episodios muestran extrañas semejanzas con pasajes bíblicos probablemente conocidos por los autores, como el de un pastor salvado de las inundaciones por su lama cercano al episodio bíblico del diluvio, o el del wak’a Cahuillaca que tiene un hijo estando virgen después de haber comido un fruto en el que Cuniraya Viracocha había introducido su semilla. Otros pasajes brindan justificaciones mitológicas de la presencia de peces en el mar, de las características del puma, del cóndor, del zorro, o involucran un bestiario fantástico, como Amaru, la gigantesca serpiente de las lagunas.

A pesar de su naturaleza relativamente breve, este manuscrito podría compararse con otros grandes textos, desde el Antiguo Testamento hasta la Epopeya de Gilgamesh y el Popol Vuh maya. Está lleno de descripciones e historias, cuya riqueza es perceptible tanto para el investigador, para quien este documento es una fuente imprescindible, como para el lector común quién encontrará en este texto innumerables anécdotas, suficientes para dar rienda suelta a su curiosidad.

Sumérjase en el universo prehispánico y colonial de un pueblo andino

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Stéphanie Gadat

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