El interés inicial por la figura de Orellie-Antoine de Tounens surgió ante el interrogante sobre cuáles fueron las circunstancias históricas que determinaron su frustrada empresa imperialista en nuestra región. La búsqueda se orientó hacia las fuentes y los documentos que de aquellos hechos han llegado a la actualidad, con la intención de recuperar al menos en parte, el discurso del que se hiciera llamar Rey de la Araucanía y Patagonia

Gracias a las diferentes gestiones realizadas en Francia y en Chile, obtuvimos la obra periodística publicada en Marsella entre 1871 y 1872 por el mismo Orellie-Antoine. Esta obra consta de dos diarios, Les Pendus y La Couronne d´Acier, que relatan los dos primeros viajes a Sudamérica realizados por Orellie-Antoine entre 1858 y 1869, respectivamente. El primero de estos viajes tiene por objetivo establecer algún vínculo comercial entre Francia y Sudamérica que a su vez le permitiera financiar su proyecto. De este modo, Orellie-Antoine desembarca en Coquimbo, al sur de La Serena, región minera por excelencia, donde la explotación del cobre se encontraba en pleno auge. Allí permanece durante veintisiete meses durante los cuales su empresa va tomando forma. A pesar de no lograr concretar ningún vínculo comercial con Francia, durante ese tiempo aprende la lengua española y se nutre de múltiples historias sobre la Frontera. Al poco tiempo, y gracias a un préstamo cedido por su familia más el dinero recibido por la venta de su cargo de abogado en Périgueux, se dirige hacia el sur, a la región del Arauco junto a una caravana que parte a comerciar con los indígenas

Este primer contacto con el pueblo mapuche deslumbra a Orellie-Antoine, quien va en busca de su interlocutor privilegiado, el cacique Mañil. Pero, lamentablemente, éste ha muerto a su llegada. Será entonces Quilapán, sucesor indiscutido del cacique, quien lo reciba. Este encuentro será literal y simbólicamente memorable por el cruce de los diferentes sistemas de creencias: según la profecía, el fin de la guerra y de la exclavitud del pueblo indígena llegaría de la mano de un hombre blanco, el huinca, que pondría fin a las desgracias del pueblo mapuche. La bienvenida no podría ser más promisoria.

Ésta es sólo una brevísima síntesis de algunos de los hechos que sirven de referente a los relatos de los diarios mencionados. En los mismos, a veces bajo la forma de epístola, otras en un discurso en primera persona singular, se pone de manifiesto el espíritu y la lógica de los argumentos que Orellie-Antoine selecciona para defender la causa de la Nouvelle-France. La mayoría de estos argumentos provienen de un horizonte referencial coincidente con el imaginario social de la épocas, erigido a partir de otros relatos de viaje conocidos, como los de Humboldt, Musters o el almirante Dumont D´Urville, todos ellos evocan el continente americano y van consolidando el espacio discursivo de la Patagonia.  Así pues, el abordaje del imaginario social patagónico plantea la necesidad de deslindar una serie de nudos problemáticos. Uno de ellos es el de las representaciones de Patagonia socialmente aceptadas y el papel que estas imágenes-fuerza desempeñan en el entramado argumentativo de los discursos políticos de la época, sobre todo en lo referente a los reclamos territoriales.

A la luz de esta reflexiones, el carácter enunciativo de los relatos de Orellie difiere esencialmente de aquellos relatos de los viajeros mencionados en los que predominaban extensos períodos descriptivos, en los que la postura del científico naturalista estaba regida por un gesto testimonial. En el caso del discurso orelliano, se encuentra marcado por una fuerte estructura argumentativa que intenta convencer a su auditorio de la validez y viabilidad de su causa:  « Ma cause est celle de la France, dont je purifie le sol, relève le sens moral en la séparant de toutes les scories de la société gangrenée » [Mi causa es la de Francia, de la que purifico el suelo, relevo el sentido moral separándolo de todas las escorias de la sociedad gangrenosa.] ¿A quién está dirigida esta contundente afirmación? Suponemos que el auditorio es bien heterogéneo: será Napoleón III quien podría prestar apoyo militar y económico, será el pueblo francés, los potenciales editores, serán los calumniadores y los difamadores de su causa; será también el pueblo araucano. En suma, el auditorio se diversifica como así también los argumentos que intenten persuadir de la legitimidad de su causa.

La fundación del Reino de Nueva-Francia en América latina

Asimismo, la empresa orelliana se inscribe dentro de la tradición utópica del espacio americano: el espacio patagónico se idealiza no sólo por sus virtudes intrínsecas sino también por el hecho del distanciamiento del “aquí” europeo. Esta lejanía es justamente la que permite la regeneración del hombre y la sociedad “gangrenada” del Segundo Imperio.  Para el ser humano siempre ha sido posible imaginar la felicidad “ailleurs” [en otra parte], en un tiempo pasado o futuro. La Patagonia y la Araucanía se le ofrecen como el topos ideal, la Tierra Prometida, el lugar propicio para llevar a cabo su afán de reconstrucción, “ une vaste terre de réparation, une terre neuve, dix fois plus étendue, plus riche que la mère patrie et qui, de fière ses liens d ́attache, rendra trésors, aide et secours de toute nature.”  [una vasta tierra de reparación, una tierra nueva, diez veces más grande, más rica que la madre patria y que, orgullosa de sus lazos, devolverá tesoros, auxilios y socorros de todo tipo.] Estas representaciones coinciden con el repertorio de imágenes-fuerza sobre la Patagonia, que en este caso nutren la ecuación Patagonia = tierra de progreso.

Como en la mayoría de los relatos de viaje, en éste también está presente la mirada “civilizada” del viajero ilustrado que no reconoce en el otro una cultura posible e intenta plasmar la propia: “Cet appel avait pour but, non pas de me créer de rentes personnelles ni de me fournir de quoi faire la guerre aux républiques voisines de mon royaume, mais au contraire de faire cesser celles qu’existent entre les trois peuples depuis la découverte de l ́Amérique et les remplacer par les bienfaits de la civilisation.” [Esta llamada no tenía por objeto crearme ingresos personales ni proporcionarme los medios para hacer la guerra a las repúblicas vecinas de mi reino, sino por el contrario, poner fin a las que han existido entre los tres pueblos desde el descubrimiento de América y reemplazarlos con las bendiciones de la civilización].

Sin embargo, si bien esta idea de propagar “les bienfaits” [bendiciones] de la civilización y el progreso se repite más de una vez a lo largo del relato, pareciera no ser más que una fórmula, parte de una retórica vacía característica de este tipo de discursos. Orellie-Antoine sabe que para lograr su empresa debe conocer la cultura del pueblo araucano, sus costumbre y fundamentalmente su lengua, el mapunzungun, para poder comunicar en los parlamentos mapuches uno de los argumentos más relevantes: la necesidad imperiosa de lograr una centralización política al interior de la comunidad mapuche para poder vencer al ejército chileno que no cesaba de instigar en la Frontera.

En resumen, creemos que es justamente esta zona de contacto intercultural entre la cosmovisión europea del siglo XIX y la comunidad araucana, lo que aparece como más relevante de esta historia. Orellie-Antoine de Tounens convivió con el pueblo mapuche, estudió su lengua con los misioneros salesianos, se involucró con la comunidad indígena en calidad de defensor y protector de sus derechos con un fin estratégico: llegar a consolidar la Confederación Monárquica Constitucional de las Repúblicas Hispanoamericanas y dividida en diecisiete estados. Un objetivo que nunca llegó a concretar.

La fundación del Reino de Nueva-Francia en América latina
Mgter. María B. Vitarelli

Mgter. María B. Vitarelli

Autora del artículo (Traducido por Claudia Oudet)