Claire Berest, la autora de esta novela, no es del todo principiante dentro del mundo editorial . Se dió a conocer con Gabriële, publicado en 2018. Les invito a compartir una nueva pausa literaria, con anotaciones sutilmente perfumadas, florales y alegremente coloreadas… Que esto no les lleve a pensar que se trata de una típica novela romántica, pues la vida de su heroína, Frida Kahlo, fue de lo más movida. Frida se alejó de las convenciones sociales y su espíritu libre y reivindicativo dejó una huella claramente indeleble.
Esta artista sensible y sensual, esta bailarina coja, este colibrí cabezota, fascina tanto como descoloca. Todos tenemos en mente esa cabellera enlazada y florida, los vestidos tradicionales de Theauntepec y huipiles de esta mujer convertida en un icono de la cultura mexicana. No es necesario recordar el renombre y el poder de atracción de la pareja mexicana Frida Kahlo / Diego Rivera – la paloma y el elefante. No se encuentran lejos de la leyenda azteca de los volcanes Popocatépelt y Ixtaccíhualt.
Cuando conoció a Diego “Frida tenía 21 años, era hermosa y tambaleante, como la catedral del zócalo” (p 33). Tenía la costumbre de decir que había vivido dos terribles accidentes en su vida: el primero cuando un tranvía chocó violentamente el autobús en el que viajaba, el segundo, cuando conoció a Diego Rivera.
“Me gustaría pintarte pero me faltan colores ¡por muchos que haya!- en
mi confusión – la forma concreta de mi gran amor”.
Frida Kahlo, escrito para Diego Rivera, 1953
Un color. Un capítulo. La paleta de colores desde el azul cobalto pasando por el rojo de Andrinópolis o el amarillo cielo de París, es el hilo conductor, la columna vertebral, que deja al lector sin aliento con los eventos marcantes de la vida de la artista, que está claramente llena de distintos colores. Del color al color. Esta biografía novelada repasa espectacularmente algunos de los cuadros de Frida: sus autorretratos y su compromiso social. Durante su exilio en Estados Unidos, Frida tiene una manera muy particular de pintar a México “con sus pirámides aplastantes, sus flores salvajes y carnívoras cuyas raíces alimentan la tierra, la cohabitación carnal del sol y de la luna” (p 137). En este sentido, su arte es complementario al de su marido Diego, que a través del muralismo y sus gigantescos frescos, encarna una renovación artística que muestra la Historia de México. El arte en fusión.
Al final de la novela, la exposición organizada por su amiga Lola Álvarez Bravo, revela a Frida flotando en medio de sus cuadros, como un último adiós festivo . Un final luminoso para la mestiza de Coyoacán de orígenes germano-mexicanos, que amaba estar rodeada y celebraba la vida y la muerte como nadie.
En resumen, para mí este libro representa una forma de metaliteratura conseguida. Este libro se lee tal y como se observaría con detalle un cuadro de Frida. A la minuciosa Frida, adepta de los detalles, le gustaba pintar “dentro del registro de la autopsia de una orquídea” (p170)
Cada color nos permite acceder un poco más a su universo artístico, a su intimidad, a su fragilidad y a su fuerza interior, a la expresión singular y única de sí misma. Frida, a pesar de los accidentes de la vida y los estigmas causados por sus sucesivos abortos, de sus múltiples operaciones, nunca perdió el humor. Lo cual la hace aún más entrañable. En lugar de encerrarse en su sufrimiento, se puso a pintar y se fabricó unas alas para volar.
¡Feliz lectura a todos!
Este artículo se publicó originalmente en el Blog de ThéâViDa: La representación de la muerte en el arte pictórico mexicano
Cécile Royer
Asociación ThéâViDa