El robo de bebés fue una práctica, tristemente, muy extendida en las dictaduras latinoamericanas. Los hijos de oponentes o de familias que no correspondían al modelo familiar promovido por la propaganda, se entregaban a familias fieles al régimen o eran adoptados en el extranjero. Este artículo se focaliza específicamente en el caso de Chile y Argentina. 

Secuestrados al nacer durante las dictaduras

En Chile, de los años setenta a los años noventa entre 8.000 y 20.000 niños chilenos fueron robados a sus familias. Grupos de profesionales de la salud malintencionados disfrutaron de la política de reducción de la pobreza de Pinochet , y establecieron un proceso muy preciso. Robaban a los niños de madres jóvenes , solteras o de familias pobres y los daban a agencias chilenas de adopción en la que tenían cómplices. Era una actividad muy provechosa, dado que se podía cobrar entre 6.500 y 150.000 dólares por bebé. Decían a las madres que su bebé había muerto y, a menudo, ninguna información sobre el nacimiento o lo que le aconteció al niño se registraba. Las familias adoptivas solamente recibían un documento muy breve que decía que madres, muy jóvenes o procedentes de familias muy pobres, abandonaron a sus bebés para que tuvieran una vida mejor en el extranjero. 

En Argentina, se estima que hubo unos 500 niños o bebés robados por las fuerzas de represión. En la mayoría de los casos, se trataba de hijos de militantes. Centenares de bebés nacieron durante el cautiverio de sus madres embarazadas en centros de detención donde funcionaban maternidades clandestinas. Los destinos de los niños fueron variados. Algunos fueron abandonados en institutos, otros vendidos y muchos entregados directamente a familias de militares. En todos los casos, crecieron privados del derecho a conocer su verdadera identidad. 

Robo de bebés durante las dictaduras en Argentina y Chile

Descubrimientos chocantes y deseo de reunir a las familias

En Chile , todo esto fue revelado recientemente y el escándalo que causó llevó al gobierno chileno a crear en 2018 una comisión para investigar las acusaciones de organizaciones que luchan por la reunión de las familias.

Muchos dispositivos oficiales fueron creados para ayudar a las padres y a los niños adoptados en el extranjero a reunirse después de la publicación del informe de 144 páginas en el que la comisión revelaba el sistema descrito anteriormente. Esta lucha está siendo llevada a cabo tanto por los niños que quieren enterarse de las condiciones de su adopción como por las madres. Cada uno busca al otro a través de ONGs o redes sociales: la página Facebook “Hijos y madres del silencio” reúne hoy a 26. 000 miembros que organizan marchas.

Además de las asociaciones europeas y chilenas, una unidad de policía dedicada a reunir hijos y padres fue creada en 2019, así como un banco de datos ADN. Numerosos documentos oficiales fueron traducidos para facilitar las investigaciones que se realizaron desde Europa. 

Robo de bebés durante las dictaduras en Argentina y Chile

La organización líder en Argentina: Las Abuelas de la Plaza de Mayo

Argentina también ha sido el escenario de numerosos esfuerzos en relación con la búsqueda de los niños desaparecidos. Aclamadas en todo el mundo como defensoras de los derechos humanos, Las Abuelas de Plaza de Mayo (APM) son la organización líder en Argentina en la lucha por la justicia de los desaparecidos. Junto con otras organizaciones de derechos humanos, las Abuelas han impulsado el juicio de los responsables del terrorismo de Estado durante la última dictadura en Argentina, y más concretamente de los responsables del secuestro de sus nietos. Creada en plena dictadura en 1977, es una organización no gubernamental que sigue buscando sin descanso a los nietos desaparecidos.

Hasta la fecha, han restituido 130 identidades y en la última década se han resuelto 28 casos. En 2017, La organización de Las Abuelas de Plaza de Mayo celebró su 40 aniversario, que coincidió con el momento en el que se encontró al nieto número 125. El nieto más reciente, el 130, fue encontrado en junio de 2019. Se llama Javier Matías Darroux Mijalchuk y solo tenía cuatro meses cuando desapareció. Desde la sede de la organización, hizo un llamamiento para que cualquier persona que tuviera información sobre sus padres se presentase. Además, animó a todos los que tenían dudas sobre su identidad a sacar fuerzas del corazón y a ponerse en contacto con las Abuelas. Este mensaje es central en el trabajo de la organización cuyo objetivo es restituir el derecho a la identidad y contribuir en la reconstrucción de su historia.

El uso de la ciencia para encontrar a sus nietos ha sido y sigue siendo una herramienta indispensable. Ante la difícil tarea de identificar a éstos, las Abuelas pidieron ayuda a la comunidad científica internacional. Así nació el «índice de abuelidad». Basado en los resultados de análisis de sangre, este índice garantiza un 99,99 % de eficacia en la determinación de parentesco. Estos últimos años, la genética ha jugado un papel imprescindible en el trabajo de las abuelas. Con el apoyo del expresidente Raúl Alfonsín, se creó por decreto el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG) en 1987. Los perfiles de aquellos que podrían ser hijos de desaparecidos son comparados con el banco genético de familiares de las víctimas de la represión. Este trabajo científico ha resultado crucial para la búsqueda.

Elogiadas por personalidades como el Papa Francisco y el ex secretario de las Naciones Unidas, Ban Ki Moon, las Abuelas de la Plaza de Mayo lograron resultados increíbles en el ámbito de los derechos humanos. Fueron nominadas para el Premio Nobel de la Paz en más de una ocasión y recibieron el Premio de la Paz Félix Houphouët-Boigny de la UNESCO en 2010. Aunque recibieron estas condecoraciones con gran honor, la principal preocupación de las abuelas sigue siendo la búsqueda de sus nietos desaparecidos. Teniendo en cuenta la edad avanzada de sus miembros, se hicieron muchas preguntas acerca de la supervivencia de la organización después de la generación de abuelas. Sin embargo, la vicepresidenta, Rosa Tarlovsky, afirmó que, a través de la educación de los jóvenes, siempre habrá gente que se haga cargo de la lucha de las Abuelas. Ella prevé que el banco de datos genéticos siga existiendo durante los próximos treinta años o más y está convencida de que su búsqueda no terminará hasta que se encuentre al último nieto.

Créditos fotográficos: https://www.abuelas.org.ar/

PLANEIX Eléa y BOURKE Frances

PLANEIX Eléa y BOURKE Frances

Estudiante de tercer año y estudiante internacional en Sciences Po Grenoble

Bajo la dirección de Sonia BERRAKAMA, profesora de español en Sciences Po Grenoble