La selva de El Petén, el tercer pulmón de la Tierra, está ubicada en el norte de Guatemala y guardó en sus entrañas durante más de mil años los yacimientos de una de las civilizaciones más importantes del mundo: Los Mayas.
En 1839, el norteamericano John Lloyd Stephens, diplomático, explorador y periodista fue el primero junto al ilustrador Frederick Catherwood en comunicar al mundo entero la existencia en Centro América de unas ciudades abandonadas que la vegetación asfixiaba con sus tentáculos y a su vez, las resguardaba de su completa desaparición.
“No pretendo interpretar ninguna idea del efecto que producen los monumentos levantados en las profundidades de la selva tropical, silenciosos y solemnes, de extraño diseño, de excelencia escultórica, ricos en ornamentos, diferentes a la obra de cualquier otro pueblo, sus usos y propósitos y su historia enteramente desconocida, con sus inscripciones explicando todo pero perfectamente ininteligibles” – declaró John Lloyd Stephens. Fue el comienzo de una serie de descubrimientos que hasta hoy no han cesado.
El estudio de los monumentos, las estelas, los códices mayas, y el descubrimiento arqueológico de nuevas ciudades, sobre todo en las últimas décadas, han permitido conocer no sólo la amplia visión del Cosmos sino también la ordenada estructura política de Los Mayas.
Del año 300 al 900 D.C, durante más de 600 años, la cultura Maya alcanzó su máximo apogeo. Las ciudades mayas alcanzaron una alta densidad de población, como es el caso de Tikal que contó con 125 mil habitantes. Fueron grandes arquitectos y constructores que edificaron imponentes templos y pirámides que alcanzaron hasta 50 metros de altura.
Como matemáticos fueron los primeros en utilizar el cero en el continente americano. Crearon perfectos calendarios compuestos de diferentes ciclos con carácter divino, civil, religioso, histórico, agrícola. Dominaron la astronomía, crearon una de las culturas más grandiosas de la Tierra con una rica mitología e inventaron una escritura jeroglífica.
Hábiles campesinos, poseedores del calendario que les advertía de los cambios climáticos producidos por las estaciones, construyeron inmensos reservorios subterráneos de agua de lluvia. Además eran excelentes comerciantes, tenían el control de las rutas comerciales donde la red de influencia llegaba más allá de su propio territorio.
Cuando nos adentramos en la Reserva de la Biosfera Maya, cuarta extensión de bosque continuo más grande del planeta, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO por sus riquezas naturales y culturales, y visitamos los importantes yacimientos arqueológicos que allí se encuentran a la vista, nos preguntamos:
¿Qué pudo haber ocurrido para que Los Mayas, una civilización que alcanzó un esplendoroso desarrollo se extinguiese de una forma tan abrupta y quedase a la merced de la Madre Naturaleza?
La misteriosa desaparición de esta gran civilización continúa siendo un gran enigma en la Historia de la Humanidad. Hoy por hoy, los arqueólogos, antropólogos, historiadores y científicos continúan excavando este vasto territorio selvático de 35.000 km² que guarda en su seno centenas de ciudades que se encuentran todavía atrapadas por la Naturaleza.
Muchas hipótesis han sido expuestas para explicar el enigma de la caída del Imperio Maya en pleno florecimiento, pero nadie puede decir qué ocurrió, ni por qué se fueron…lo cierto es que en los albores del siglo IX, las poderosas ciudades mayas quedaron casi desiertas y poco a poco fueron devoradas por la vegetación.
Las teorías desarrolladas sobre el tema han sido múltiples: la guerra, enfermedades, catástrofes naturales, hambre o una combinación de todos estos factores. Pero…los especialistas no se han puesto de acuerdo para explicar una caída tan brutal, no hay evidencias de hecatombes, no se han encontrado fosas comunes como resultado de una epidemia exterminadora, las ciudades mayas no fueron destruidas sino abandonadas, las construcciones no muestran ningún signo de violencia sísmica lo que explicaría un abandono a causa de un terremoto.
“Las explicaciones del colapso están sujetas a tendencias y la más destacada actualmente, es la del cambio climático”, afirma David Webster, autor de “The Fall of the Ancient Maya”.
La conciencia ecológica ha llevado a los investigadores a analizar elementos que permitan detectar cambios climáticos, por lo que se ha demostrado que los períodos más áridos de los últimos ocho mil años en Mesoamérica, coinciden con el tiempo del desmoronamiento de la cultura Maya. Diversos estudios han detectado períodos de extrema aridez que habrían producido un desabastecimiento de productos agrícolas. Los flujos migratorios de la población a causa de la falta de agua, habrían provocado hambre, así como también se ha comprobado que la crisis ambiental se produjo como consecuencia de la deforestación.
Actualmente, los problemas ecológicos de la Tierra son una preocupación mundial. El planeta sufre la alteración del ecosistema, existen constantes denuncias en las conferencias de las Naciones Unidas sobre el medio ambiente donde las advertencias alertan, por ejemplo, que buena parte del Amazonas está en vías de convertirse rápidamente en una sabana por causa de la deforestación y por los cambios climáticos globales. Se estima que en pocas décadas, la selva amazónica se habrá reducido de un 30% a un 60% creando como consecuencia el recalentamiento del aire y una mayor sequedad ambiental.
Los efectos pueden empezar a sentirse a corto y mediano plazo, por ser el Amazonas uno de los últimos grandes pulmones de la Tierra, y el más importante.
¡Reflexionemos sobre esto! No sea que se estén reproduciendo en nuestra civilización los mismos acontecimientos que llevaron a la cultura Maya a su declive.
Credito: Margarita Cadenas
Margarita Cadenas
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