© Andrea Chacon

Una mujer es asesinada cada 30 horas en Argentina por violencia machista en 2019, segun el grupo feminista «Mujeres de la Matria Latinoamericana». Es uno de los problemas sociales más importantes del país que ha necesitado una respuesta del gobierno argentino en los últimos años. A pesar de esos dispositivos, las argentinas no esperaron los poderes públicos para actuar en contra de las violencias de género. En efecto, nació en Argentina el movimiento «Ni una menos» para protestar contra la inacción del Estado frente a los feminicidios masivos.

Los dispositivos estatales no alcanzan los barrios más pobres de Argentina, las villas, que se encuentran en un desierto administrativo. Según el censo popular del periódico Canal Abierto, el 15 % de la población porteña vive en una villa, o sea alrededor de 400 000 personas. Las villas son una agrupación de viviendas precarias ubicadas en tierras que originariamente no son propiedad de sus ocupantes. Se caracterizan por una tasa alta de pobreza extrema y una falta general de servicios públicos.

Pero incluso ahí, las mujeres no esperaron con los brazos cruzados y se movilizaron creando estructuras y organizaciones de mujeres.

Las iniciativas villeras contra la violencia de género en Argentina

© Malvestida Lq

Ser mujer en una villa

Según los especialistas, la situación de las mujeres en las villas es poco conocida y mediatizada por el Estado en relación con la ola de violencia de género que surge en Argentina desde los últimos años. Pero, como lo describe Joana Ybarrola que forma parte de la revista villera «La Garganta Poderosa», la situación es aún más violenta porque en las villas las mujeres se enfrentan a un doble estigma: el de ser mujer y el de ser pobre. Según ella, las mujeres viven dependientes de un sistema patriarcal, en el que el hombre controla a la familia y a la mujer. Según lo analiza El Grito del Sur, periódico independiente, en un artículo de julio 2018 sobre las mujeres poderosas, las mujeres son víctimas de varias formas de dependencia, causa o consecuencia de las violencias. La mayoría no trabajan para cuidar a lxs hijxs y ahí eso las convierte en dependientes del sueldo del hombre de la familia. Además, se explica que el control que puede ejercer el marido presiona a la mujer a no ser maestra de su cuerpo y de sus acciones, tal como restricciones acerca de los anticonceptivos o del aborto. Entonces, las mujeres víctimas de violencia no tienen otros remedios que quedarse en esta situación por no tener recursos propios, lo que constituye una capa de violencia adicional.

Por encima, la falta de educación sexual se relaciona con las violencias machistas. Según el experto internacional en educación sexual, Drashko Kostowski, (responsable de juventud y educación sexual en la Federación Internacional de Planificación Familiar en Europa) la educación sobre los temas de los anticonceptivos, del aborto y de las violencias de género, empodera a las mujeres, ya que permite luchar en contra de la desinformación y entonces ayuda a la emancipación de las mujeres. Dentro de las villas existen los Centros de Salud y de Acción Comunitaria (CeSAC, ordenanza 1984) que representan las únicas infraestructuras médicas de los barrios. En una publicación de abril de 2018, el Consejo Económico y Social de la Ciudad de Buenos Aires hace estado de tres Centros de salud para los 50 000 habitantes de la villa. Podrían ser herramientas de lucha contra las violencias de género, pero, como lo subraya El Grito del Surademás de la falta de personal de salud que asegura unos diez turnos al día, pocos tienen una formación adecuada sobre las violencias domésticas, los anticonceptivos, el aborto…  Entonces, según la militante Joana Ybarrola, los CeSAC actualmente no permiten acompañar a las víctimas de violencias domésticas hacia el empoderamiento y la emancipación.

Las violencias domésticas y de género son poco conocidas por las víctimas mismas y reconocidas por la sociedad y las administraciones. Con ese problema, surgió una real necesidad por parte de las mujeres de juntarse para luchar a su escala en el barrio

Las iniciativas villeras contra la violencia de género en Argentina

Villa 31 a Buenos Aires © Flickr

Iniciativas y movilizaciones

Frente a la necesidad de tener un lugar de proximidad y de confianza para que las mujeres puedan denunciar las violencias y ser acompañadas en los trámites jurídicos, iniciativas tales como la creación de la Casa de las Mujeres en la Villa 31 de Buenos Aires representan un gran paso adelante según los especialistas. Esa Casa fue creada por una organización feminista llamada La Poderosa en 2018. Es un lugar creado por mujeres para mujeres, que ofrece ayuda, escucha y acompañamiento frente a las violencias machistas, pero también un lugar de encuentro donde se organizan talleres sobre temas cotidianos tal como la educación, la salud y las violencias o talleres de música, baile, crochet, tejido…

Según el grupo comunitario Los Humildes Primero que se encuentra en la Villa 20 del barrio Lugano de Buenos Aires, la lucha contra la violencia de género pasa por el desarrollo de actividades profesionalizantes para las mujeres. El grupo fue creado como un espacio de contención para personas víctimas de violencia de género, con el objetivo de convertirse en una fuente de ingresos sostenible que permita la salida de la pobreza y la emancipación, al proponer, entre otros talleres, unos para adornar objetos y venderlos.

Según el artículo del periódico El Grito del Sur, todas esas iniciativas barriales y muchas otras más permiten empoderar a las mujeres, gracias a la concientización de su situación de mujer dentro de las villas machistas y dándoles reales perspectivas de salida de la violencia.

Mathilde Zadrozny y Léa Orciere

Mathilde Zadrozny y Léa Orciere

Estudiantes de Sciences Po Grenoble

Bajo la dirección de Sonia Berrakama