Rostain en La Lindosa, Colombia, mostrando pinturas rupestres.

Arqueólogo reconocido por sus trabajos sobre la arqueología amazónica, Stéphen Rostain ha tratado de combatir la ignorancia arqueológica sobre esta región, así como los prejuicios de la arqueología académica.

Tras un periodo de servicio civil en la Guayana Francesa, Stéphen Rostain empieza una tesis titulada “La antigua ocupación amerindia del litoral guayanés.

En aquella época, sólo una decena de arqueólogos trabajaban en los siete mil kilómetros cuadrados de la Amazonía. Los axiomas que se defendían como definitivos eran aquellos marcadores sobre la construcción de edificios de piedra (pirámides o templos), una estructura societaria muy jerarquizada (por ejemplo, las civilizaciones Inca-Maya-Azteca) y los sacrificios humanos. Además, si se abordaba el tema de las civilizaciones amazónicas precolombinas, se hacía las hipótesis siguientes : la existencia de poblaciones residuales contemporáneas era un reflejo de civilizaciones pasadas, los rastros encontrados en la Amazonía no inducía una ocupación precolombina, no había ciudades en este territorio y que las pruebas de agricultura eran invisibles.

Los trabajos de Stéphen Rostain comenzarán a poner en tela de juicio todos estos axiomas.

 Stephen Rostain : l’archéologue engagé  pour la préservation de la forêt amazonienne

foto de S.Rostain en Piliwa, Guyana francesa, mostrando  la estructura en damero de los cultivos

¿Cómo y por dónde empezar?

 

Interpelando a las poblaciones locales que le proporcionarán informaciones sobre los 50 yacimientos arqueológicos que visitará. Luego, sobrevolando las zonas costeras ULM, lo que le proporcionará imágenes aéreas de dameros. Se trata en realidad de una serie de montículos de 1 a 4 metros de diámetro, antiguamente plantados con maíz, calabaza y frijoles, como los cultivos amerindios de Bolivia. Este investigador deduce la existencia de prácticas agrícolas antiguas muy elaboradas.

Lo que queda de los pueblos amazónicos es la consecuencia  de una epidemia causada por la aparición de nuevos virus europeos en el siglo XVI. Como  consecuencia de esta ola de enfermedades, el 90% de estas poblaciones desapareció. Sin embargo, se han encontrado rastros de ciudades y aldeas, así como rutas comerciales y ceremoniales de hasta 20 metros de ancho.

¿Cómo no estar impresionardo por su capacidad de hacer movimiento de tierras a gran escala y su logística necesaria, por su agricultura respetuosa de la selva y por las 350 lenguas que aún se hablan en la Amazonía?

 

Es lamentable que la UNESCO no haya clasificado ningún sitio amerindio en la Amazonía. Es como si la dificultad siguiera siendo demostrar que esa civilización existía, una civilización cuyo hábitat estaba hecho de tierra, con una estructura social igualitaria, una tradición oral y una agricultura no invasiva. No reflejaba duplicada la imagen esperada. Por consiguiente, el último axioma que defiende la idea en que la Amazonía precolombina era una selva virgen fue vapuleado por Stéphen Rostain.

Desde el año 2000, nadie ignora que la Amazonía es el pulmón verde de nuestro planeta, una zona habitada y cultivada que podría existir sin masacres, talas de árboles, ni explotaciones mineras, cuyos daños conocemos. El progreso, en el contexto mundial del calentamiento global, ya no consiste en desbrozar y “ayudarse”, sino en tomar conciencia de la sabanización de la Amazonía con, ya en veinte años de tala, 550.000 km² de selva deforestados y sequías inducidas, como ya es el caso en Brasil; se trata de preservar las culturas humanas que viven allí, Stéphen Rostain presionando para que la UNESCO clasifique otros sitios amerindios después del Parque Nacional de Chiribequete en Colombia en 2018. Aunque la Guayana Francesa constituye una quinta parte del territorio de Francia , es de esperar que este mismo país se posicione en contra de este “progresocontaminante y destructor. Estamos en el umbral de un punto irreversible, a punto de vivir los últimos momentos de un tesoro de la biodiversidad.

Para más información, puede consultar el libro La forêt vierge d’Amazonie n’existe pas de Stéphen Rostain, (editora Le Pommier 2021).

Eva WOLF

Eva WOLF

Autor del artículo

Traducido por Rafael Tobar